martes, 24 de enero de 2012

CÓDIGOS DE CONDUCTA VALLENATERA, Por Diego Cárdenas

CÓDIGOS DE CONDUCTA VALLENATERA, Por Diego Cárdenas

Advertencia: El presente artículo tiene como propósito hacer un reporte de los comportamientos observados en un entorno ajeno a aquel en el que este servidor se desenvuelve usualmente. En ningún momento se pretende ofender, ridiculizar o insultar a ninguno de los descritos, sus aficiones y/o gustos musicales/ lúdicos. Si es usted en extremo sensible, susceptible, irascible o carente de humor, por favor absténgase de leer el siguiente escrito.

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El pasado Viernes realicé un viaje relámpago a la capital del país con el ñoño propósito de asistir a una función del último filme Harry Potter subtitulado al Español, y además claro aprovechar dicha situación para visitar a mi consorte. Infortunadamente gasté parte de mis ingresos en vano pues debido a una ligereza que aún no me queda clara, tuve que asistir a la función doblada al español. Pese a lo frustrante de la situación, debo no obstante reconocer que  cualquier recurso destinado a entrevistarme con la futura progenitora de mis vástagos jamás será malgastado.

Y es ella casualmente quién da inicio a esta historia, pues fue gracias a sus sutiles artes de convencimiento y distracción, que terminé en el sitio en que se desarrolla este pseudo-estudio comportamental. A eso de las 10.30 pm y mientras me encontraba incómodamente apretujando entre los liliputienses asientos de un Velotax ,recibí una llamada de la señorita Bolívar quién en tono jovial me invitaba a departir alegremente mientras ingeríamos extractos de lúpulo en el Bogotá Beer Company de la 93. Debo decir que ante tan agradable iniciativa no pude más que ceder con agrado, pues debido a la gran carga laboral de la susodicha, no es tan común como uno pensaría que está se abandone a las bacanales de Viernes, prefiriendo generalmente entregarse a Morfeo desde tempranas horas ( si es posible, con su trepidante mollera rebotando contra el vidrio de una buseta capitalina) y posponer el jolgorio para el Sábado.

El brillante centelleo de mis ilusionados ojos cesó abruptamente cuando a mitad del camino la Bolívar se comunicó nuevamente para anunciarme que había ocurrido un “leve” cambio de planes y nuestro nuevo destino era un bar llamado “La leyenda Vallenata” mas o menos en la misma ubicación. A mi mente acudió desaforadamente un imaginario de desinhibidos costeños jugando al parqués y al dominó, “mamando” ron y hablando de “mondás” en un dialecto incomprensible. Debo admitir que la idea no me atrajo en lo más mínimo, pues a pesar de ser un vallenatero incurable (créanlo los que no lo sabían) dichos sitios presentan los siguientes inconvenientes a saber:

-          La música suele estar a un volumen tan estruendoso que no puedes escuchar ni tus propios pensamientos
-          Solo venden ron y/o aguardiente tragos que desde mi memorable hepatitis me son vedados y además a unos precios exorbitantes.
-          Es costumbre que se pongan una y otra vez canciones de la “nueva ola” del vallenato, misma que desprecio con un odio visceral.
-          Mi timidez genética hace que me sienta incomodo cuando tengo que departir entre personas que no conozco pero que si se conocen entre ellas. Daba la casualidad que Viviana se encontraba con sus colegas de la oficina y mi papel sería el poco envidiable de “novio invitado”.

Entrados en gastos y distancias, no me quedó otro remedio que acceder y dirigirme renuentemente al sitio indicado. No obstante todos mis resquemores e incomodidades se disiparon cuando conocí al dispar grupo de individuos que componía la nutrida mesa donde me esperaba la Bolívar con una sonrisa entre culpable y maliciosa. Dicharacheros y afables, en parte por propia personalidad, en parte por efectos del alcohol, me recibieron con toda cordialidad y me hicieron pasar un excelente rato durante las casi tres horas que departimos.

Sin embargo, es ya conocido por ustedes que mis habilidades en la pista no son ni mucho menos deslumbrantes, y como la ingestión excesiva del trago presente en la mesa seguramente me resultaría contraproducente, tuve que buscar una ocupación que me ayudara a pasar el tiempo y dosificar mi consumo etílico. Ante la mirada atónita de varios de los presentes, me aprovisione de papel y lápiz y empecé a tomar notas de los curiosos comportamientos que veía no solo en mi propia “manada” sino en grupos de sujetos próximos.

 Sintiéndome como algún ansioso naturalista que detalla emocionado los comportamientos de nuevas especies, realicé las siguientes anotaciones sin un orden particular, esperando puedan ofrecer alguna luz al lector si alguna vez se encontrase en una situación similar, y deseando sean de utilidad:

-          Los especímenes que asisten a estos bares sufren una rara especie de regresión infantil, pues todos bailan alrededor de la mesa y cuando la música cesa abruptamente uno o dos se quedan sin silla, clara alusión al conocido juego pueril de primera comunión, bautizo o cumpleaños.  

-          Pese al avanzado estado de beodez de muchos, manifiesto en las muecas sardónicas de algunos de sus rostros, estos especímenes hacen lo posible por lucir sobrios y risueños cada vez que un relampagueante flash anuncia una captura fotográfica destinada muy seguramente al facebook. Es desconcertante observar las transformaciones casi automáticas aunque efímeras de sus semblantes.

-          No es raro observar una extrema familiaridad con desconocidos, manifiesta a través de espaldarazos vigorosos, insistentes invitaciones a “chocar” las palmas de la mano o los puños en plan “parcero” y la ocasional detonación salival involuntaria  en la cara del desprevenido extraño.

-          Dada la ensordecedora cantinela que hace impráctico el lenguaje articulado, los especímenes se comunican haciendo uso de un sistema de señales manuales. Infortunadamente las convenciones de dicho sistema no han sido acordadas con anticipación lo que da lugar en ocasiones a jocosas/peligrosas confusiones. ( e.g. la chica cierra el puño extendiendo el pulgar y el meñique y lo sacude repetidamente frente a sus labios pidiendo un trago y el emocionado muchacho lo interpreta como una acalorada invitación a una felación)

-          Cuando ninguno de los sistemas de comunicación alternos funciona, el espécimen sonríe incómodamente ante cualquier comentario y asiente con un imperceptible movimiento de cabeza. Bien pueden estarle mentando la progenitora pero este prefiere fingir que entendió antes que solicitar que le repitan una segunda vez.

-            Muy probablemente debido a los efectos del alcohol, el individuo presenta una percepción de memoria distorsionada que le transmite la falsa idea de haber memorizado la letra de todas las canciones que suenan, pero que lo habilita a lo sumo para repetir una o dos silabas finales de cada verso ( e.g y no tener que … arte, ni en tu ….arte, ni llevarte fundida en mi pecho…. Miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii !!!!!) al compás vehemente de sus manos abiertas y sus ojos entrecerrados.

-          Así como los rockeros tienen el “air guitar” los vallenateros tienen el “air accordion” ejercicio consistente en tocar desenfrenadamente un acordeón imaginario sin técnica alguna y presionando las imaginarias teclas en posiciones erróneas. Extrañamente los “air guacharaca” o “air caja” son mucho menos frecuentes.

-          Existe una respuesta automática e indiferente a cualquier convocatoria formulada por el animador de turno. Nótese que todos levantan la mano y gritan hasta desgañitarse en respuesta a invitaciones que en muchos casos son mutuamente excluyentes ( “ y donde están los solteros??”, “uuuuuuuuuuuuuuuuuuuu”/ “y donde están los casados?” , “uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu”)

-          La “nueva ola” del vallenato puede ser brevemente resumida como un conjunto de canciones sosas aunque frenéticas, que se asemejan mucho las unas a las otras y que repiten descaradamente palabras que ni siquiera riman en sus coros (e.g. te dejé, te dejé, te dejé / me gusta, me gusta, me gusta /ay yo, yo , yo, yo , tu, tu, tu, tu, que, que, que)

-            El aleteo aviar y el apretuje semi-reaggetonero es la táctica por excelencia para bailar vallenato, mas cuando el ínfimo espacio que deja la constreñida sopa humana circundante promueve la sudorosa y vaporosa proximidad e incomodo roce de los enajenados bailarines.

Como anotación final debo decir que lo más satisfactorio de la velada fue ver a la anti-merenguera, anti-salsera, anti-reaggetonera , rockera fundamentalista, metal-fascista Bolívar agitando sus manitas mientras cantaba “Señora” de Otto Serge y Rafael Ricardo a grito herido y  advertir con asombro cómo, al igual que  cualquier parroquiana de a pie, cambiaba la parte de “con su señor marido” por “ con ese malp…”. Y todavía algunos me preguntan por qué la amo tanto? Momentos de satisfacción y regocijo como ese son imborrables y serán sacados a relucir una y otra y otra vez a lo largo de los años y en lo posible, de algunos conciertos de rock.  

Muchas gracias por este agasajo mi vida!.


DIEGO CÁRDENAS

1 comentario:

  1. Publicado originalmente en FACEBOOK el Lunes, 18 de julio de 2011 a la(s) 23:10

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