martes, 14 de febrero de 2012

AÑORANZAS SERENATERAS por Diego Cárdenas.

AÑORANZAS SERENATERAS  por Diego Cárdenas.


AÑORANZAS SERENATERAS  por Diego Cárdenas.

ADVERTENCIA: El siguiente escrito, más que estar poblado de apuntes jocosos para desternillarse de la risa, se encuentra compuesto en su lugar  por nostalgias universitarias que este servidor ha decidido recordar y compartir. Es muy probable que algunos lectores no comprendan del todo varias de las cuestiones relatadas porque inevitablemente  todas estas se convierten eventualmente en un gran chiste privado. No obstante agradezco a quien sin conocer mucho del asunto, se anime a dar una repasada a nuestros recuerdos, de los cuales he sido declarado celoso guardián no oficial, según me dicen mis amigos, en razón a mi prodigiosa facultad para recordar pendejadas irrelevantes. Espero por lo menos arrancar una que otra sonrisa evocadora de quien pueda sentirse medianamente relacionado con el tema.

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Un antiguo y popular adagio que muy probablemente solo conocemos mi amigo Camilo Doncel  y yo, y que ninguno de los dos recuerda con exactitud, reza: “No hay mayores obras creadas por el ser humano que aquellas inspiradas por el amor”. Esta máxima seguramente no exista o es posible que la haya reconstruido con palabras erróneas y un sentido completamente opuesto al original, no obstante, en medio de las masticaciones mentales que me surgieron mientras me dirigía a mis aposentos en el metálico vientre de la bestia  conocida como “ruta 37”( rodeado por parroquianos  con olor a perro mojado y un sujeto con cara de ñanga que sin cesar oteaba mis tennis de Star Wars con una mueca sardónica), decidí que era con dicha frase que quería dar inicio a este escrito, porque… no estoy de acuerdo con ella.
Nada como el desamor para generar  magnificas hazañas. Si señores, el archiconocido despecho,   compañero invisible pero inseparable del  beodo, el  imprudente y el ridículo, la famosísima tusa,  generadora de tan vergonzosos pero gratos recuerdos   universitarios de este servidor ,es en parte la protagonista del presente artículo. 

Y es que mis camaradas y yo (exceptuando tal vez al nunca bien ponderado Diego Mora que tuvo más “novias” que todos nosotros juntos), ostentamos un nada glorioso record colectivo de 23 sobre 25  (23/25)  intentos románticos fallidos (  estoy estirando la verdad hasta donde más alcanzo muchachos). En aquellas memorables épocas de melenas ondulantes, jeans rotos, actitudes retadoras y cañita de caña, las intentonas golpistas al corazón de las féminas eran el pan de cada día.  La verdad es que azuzábamos los canes ( o echábamos los perros si así prefieren llamarlo) como si no hubiese un mañana.  Con la inocencia propia de un párvulo,  nos bastaba la coqueta sonrisa de una cándida mozuela para caer rendidos ante los encantos de quienes pensábamos, escribirían junto a nosotros románticas sagas envidia de la mismísima  Corín Tellado.  Peor aún, motivados un poco por el alcohol barato que consumíamos, un poco por las comedias románticas de Adam Sandler  y Ben Stiller que ofrecían un final feliz para el “underdog” promedio y otro poco por nuestra incurable alma de bohemios chibchas, invariablemente concluíamos que sin importar la naturaleza de la chica en cuestión  la mejor estrategia de conquista consistía en llevarle una serenata.  Y no una serenata pagada o con profesionales, estamos hablando de  un improvisado nocturno ofrecido por los mismos pretendientes y su cohorte de alcahuetes pero fieles amigos.

Para quienes nunca han ofrecido una serenata  de esta naturaleza y por tanto no están familiarizados con el modus operandi del serenatero independiente, ofrezco a continuación lo que considero un muy completo resumen (basado en hechos reales) de lo que puede llegar a constituir un evento musical tan cuestionable. Al final de cada situación, señalo entre paréntesis una o varias iníciales que pueden dar pistas relacionadas con los personajes específicos que sufrieron estos eventos puntuales. Quién conozca mi patota de compadres pseudo músicos, no tendrá muchos líos en identificar a los sujetos sutilmente señalados. El que quiera entender que entienda.

PREPARACIÓN

-          La atormentada víctima de la saeta de Cupido  socializa apesadumbrado su pena, o lo que es peor desborda en prosa optimista respecto a las potencialidades positivas de su más reciente empresa amorosa, acto seguido – y luego de ingerir una cantidad importante de algún aperitivo de bajísimo precio   y dudosa  procedencia -  los camaradas  sugieren para sorpresa de nadie, llevar  una  sentida serenata a la damisela en cuestión.  Nótese que  el menos convencido de aplicar dicha estrategia suele ser el directamente implicado, sin embargo, una vez  el destemplado ánimo serenatero del grupo se ha avivado, el pobre sujeto es arrastrado  sin remedio por esta pésima iniciativa. (T)
-          El dispar grupo se da entonces a la tarea  de debatir en medio de su parcial ceguera etílica, cuales son los temas más representativos para la ocasión, interpretando máximo unos 5 segundos de acordes de cada canción y dando por sentado que conocen la letra y la partitura como la palma de su temblorosa mano. (T)
-          Indumentaria a cuestas, ( guitarras, bongoes, afinadores y hasta atril de partituras) , el tembloroso Romeo y su tropa de borrachines, parten raudos ( y -salvo en las ocasiones de mayor liquidez- a pie) con rumbo a los aposentos de la homenajeada, que en muchos casos, podrían quedar hasta a 2 horas de irregular caminata. He de anotar que durante dicha marcha incierta , en ocasiones  es posible extraviarse y jamás dar con  la casa deseada ( JA)   o que un grupo de facinerosos aborde la caravana, intimidándolos para tratar de quitarles los instrumentos ( DC )

INICIO DE LA SERENATA

-          Una vez encontrada la residencia de la dulcinea de turno y apostados frente a la ventana/puerta elegida tras una ardua votación,  generalmente se inicia entonando   “ De madrugada” de los desintegrados “Ekhymosis” o  “Hasta que venga la mañana” del ex-Polígamo  “Andrés Cepeda”.  A este punto son muchas las situaciones con las que nos podemos encontrar:
  1. No sale nadie y solo se despiertan los vecinos quejándose por el ruidajo. El lunes siguiente el personaje les contará a sus compañeros que la fulana y su familia andaban de viaje en Melgar. ( DC)
  2. Una cortina se remueve imperceptiblemente en la ventana elegida dando a entender que hay vida al interior de la casa, pero luego de dos horas de insistente lírica  nadie sale (JA). El lunes siguiente el personaje les contará a sus compañeros que la fulana sonrió nerviosamente al verlo, cambió de acera, y en la tarde esta le hizo llegar una orden de restricción de acercamiento.
  3. Luego de que una esperanzadora luz se enciende y una muy generosa figura femenina se delinea a base de sombras en la ventana, se asoma la muchacha del servicio doméstico, anunciando que la  “Jeñorita” no está y los “patrones” tampoco, pero que los “muchachos” cantan muy “sabroso” y que se “echen otricas” ya que están ahí. ( JA)
  4. Un futuro suegro mala caroso  arroja agua y/o amenaza con soltar sus hambrientos mastines de escuchar una destemplada nota más, esto complementado con frases como “ esto es una casa decente!” o “ estas no son horas!” . (S)
  5. Una invisible vecina loca/borracha/mamagallista? Empieza a despotricar de las habilidades artísticas del grupo desde el tercer piso de su vivienda y a manera de favor gratuito, le solicita a los músicos le vayan interpretando distintos temas para mejorar la afinación, mismos en los que ella canta a grito herido.  ( J)
  6. Luego de un buen rato en que nadie se asoma y tras empezar a empacar instrumentos y maletas, la fémina arriba en un taxi, visiblemente agitada, algo despeinada y bastante nerviosa. El sujeto que la acompañaba sigue su curso en el amarillo vehículo . El Lunes siguiente el Romeo les contará a sus compañeros que se ha enterado por amigas de la fulana que esta recién llegaba de un motel ( R)

CLIMAX DE LA SERENATA

-          Supongamos  ahora que la prueba de fuego se ha superado y de una  u otra forma, la agasajada  hizo acto de presencia, sea asomándose por la ventana o abriendo a regañadientes la puerta, cubriendo como mejor puede su inesperadamente conservadora pijama y exhibiendo su rostro lavado y probablemente lagañoso.  Del mismo modo, son varias las situaciones posteriores que pueden tener lugar:
  1. La susodicha emite un gutural y masculino “ HOLA MUCHACHOS” muy probablemente producto de sus horas en brazos de Morfeo, ante el cual los perplejos serenateros se miran unos a otros y luego prorrumpen en sonoras carcajadas para desespero e incredulidad del Romeo.  (J)
  2. Tras mucha demora y movimientos erráticos dentro de la casa, la fulana abre la puerta visiblemente agitada y nerviosa. Luego de un par de canciones que la susodicha escucha con inocultable aprensión y apuro, se ve salir un sujeto del interior de la habitación en condición de transpiración y agitación similares a los de la fémina. El sujeto resulta ser conocido y amigo del grupo serenatero y el lunes siguiente les indica a todos , incluido el apesadumbrado Romeo, que al parecer era el quién estaba “haciendo cantar” a la Julieta en dichos momentos   ( R).
  3. Por presión materna, la susodicha hace pasar a los músicos a la sala. Manteniendo una expresión de haber succionado 7 limones en 5 segundos, la fulana aplaude ausente o se limita a golpetear con su pie en el suelo al ritmo de la música. La futura suegra, animada e integrada, pide temas de” los Visconti “y “los Panchos” y reprende a su hija su apática conducta, haciéndole ver que ella se hubiese muerto por recibir una atención de ese tipo en sus años mozos.  El Romeo se puede olvidar de su Julieta. Nada es más nocivo para un pretendiente que una suegra que le insista a su hija en que un muchacho le conviene.  (Y)
  4. La fulana no se sabe ninguna de las canciones y balbucea torpemente los coros a manera de discreta cortesía. (T)
  5. La fulana se sabe una de las canciones de pe a pa, la entona con sentimiento y a todo volumen sin importar su poco afinada voz. Al terminar indica,   “ay…esa canción me la dedicó ( inserte aquí nombre del ex-novio o actual traga)”. (R,DC,JA,J)
  6. La fulana se emociona a más no poder con la serenta y sale en estampida a abrazar y agradecer melosamente a un miembro equivocado del grupo, dejando al Romeo desconcertado e indeciso respecto a revelarse como  gestor original del homenaje musical(LC)
  7.  A los guitarristas se les olvida la canción (T)
  8. El bonguero golpea los cueros tan arrítmicamente como si estuviese enviando un mensaje en clave Morse (T)
  9. Los cantantes se desafinan desgarradoramente y olvidan la letra de la canción, teniendo que recurrir a cantar el coro una, y otra, y otra … y otra vez (T)
  10. La fulana sonríe cortésmente agradeciendo efusivamente a todos y mientras los despide toma del brazo al Romeo y le dice en voz baja y entre dientes que jamás en la vida se le ocurra hacer una cosa de esas de nuevo.

AFTERMATH

La conclusión de este tipo de empresas suele ser agridulce en el mejor de los casos. Los músicos van empacando sus instrumentos con parsimonia disimulando pesimamente su interés en la conversación que el Romeo y la incierta Julieta sostienen en una esquina alejada. Tras sacudidas de cabeza a manera de negativa , brazos cruzados y miradas que oscilan entre el enojo y la lástima, la fémina despacha al cabizbajo Romeo quien se une de nuevo a su fiel corrillo. Como compañeros de mil batallas perdidas, los presentes apenas si intercambian comentarios y se dirigen sin entrar en más detalles, al andén más cercano y acogedor para culminar con alcohol lo que con alcohol comenzó.

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Visto de esta manera a lo mejor muchos encuentren deprimente y pesimista el relato de estas actividades. No obstante, dichas lides musicales me dejaron tan gratos recuerdos, anécdotas y experiencias jocosas, lazos de amistad e incondicionalidad  que pese a lo poco fructífero de la tarea realizada entonces, el día de hoy, casí 12 años después de nuestra primera serenata, las recuerdo como si fuera ayer y añoro esos tiempos en los que las cosas eran más difíciles pero más sencillas y  cada derrota sabía un poco a victoria ( como si de Pachito Maturana se tratase). Ahora que lo analizo, creo que secretamente todos sabíamos lo improductivo de muchos de esos intentos, pero solo necesitábamos una excusa para hacer algo que disfrutábamos y que sin gritarlo a voces nos unía cada vez mas como amigos y cómplices. 

Hoy mas que ayer, es difícil encontrar una fulana que disfrute y valore un detalle tan poco común e infinitamente austero. En tiempos de blackberries , mensajes por facebook, impersonales tarjetas de regalo y otras tretas comerciales, pareciera que la esencia de un regalo sencillo pero significativo se hubiese perdido de la faz de la tierra.  No obstante y a manera de promover el regreso a las raíces, le animo a que ,si cuenta con un grupo de amigos que le acolite la pendejada, se anime a serenatear aunque sea a la “menos peor” de sus pretensiones románticas de estos días.  Recuerde que lo hace mas por usted que por ella  y que como decía el reconocido filósofo contemporáneo Rigoberto Cortázar antes de lanzarse avezadamente a las fauces de una romántica misión suicida “ lo peor que puede pasar es que le digan que no”.  

Muchas gracias,

DIEGO CÁRDENAS

viernes, 3 de febrero de 2012

DESENCHUFATE-CHUFATE , Por Diego Cárdenas

DESENCHUFATE-CHUFATE , Por Diego Cárdenas


Quienes conocen a este servidor e incansable aventurero de las composiciones pretenciosas y escatológicas, habrán de recordar - tal vez de mi época universitaria- que dos cosas consiguen que monte en cólera  con una facilidad e intensidad inusitada: Que un automotor propine desesperadamente bocinazos dirigidos a mi humanidad ( razón misma por la que contemplar la idea de adquirir vehículo y aprender a conducir me resulta tan atractiva como la de albergar una familia de alacranes en mis calzoncillos) o que algún desprevenido parroquiano sujete alguna de la revistas/libros/ cómics de mi propiedad doblándolos inmisericordemente  de forma cónica en una de sus manos mientras mantiene una sonrisa socarrona en su despreocupado rostro. Cualquiera de estos eventos logra que mi fas se desencaje y adquiera un imperceptible tic en mi ojo/ceja derechos  acompañado de un temblor creciente en mis puños firmemente cerrados al tiempo que hago acopio de todo mi autocontrol para evitar torturar rectalmente al infractor con el paraguas mas grande que encuentre a mano. El último psicólogo que visité con propósitos de evaluación profesional ( tenía 14 años por esa época) , sentenció tajantemente que tenía demasiada paciencia y ese constituía un inconveniente comportamental grave. Luego de tantos años debo darle la razón al loquero pues mi pasividad colérica  me ha granjeado mas de un inconveniente cuando ya no logra ser contenida y explota de manera semejante a una parodia desgarbada de Hulk o un émulo de Hank, el de "Me, Myself and Irene".

Muchos respirarán tranquilos, pues pensarán acertadamente que dichos sucesos no se han de dar con demasiada frecuencia, reservando mis episodios de "barbarie" a las caminatas domingueras ( día en que los beodos del volante madrugan a dar su cacofónica sinfonía al peatón de turno) , los caravanas fúnebres de los transportistas ( que probablemente pitan indiscriminadamente con la esperanza de que el finado despierte profiriendo improperios -muy propios-  de su otrora oficio) y tal vez la visita del ocasional novato a mi colección literaria ( ocasión en que debido a su condición de principiante en el arte de atesorar documentos impresos, suelo hacerme el de la vista choncha y darle otra oportunidad).

Debo contarles no obstante, mis queridos y caros amigos, que no sin una alarmante preocupación, en los últimos años ha surgido una fuente de acumulación progresiva y constante de enojo para mi tolerante persona que sobrepasa por mucho las dos causales ya mencionadas y que a diferencia de ellas, debo soportar a diario: los dispositivos de telefonía celular con conexión a internet. Sí, les hablo de los Black Berries, Androids, Iphones y demás demoníacos aparatos que con  variopintas denominaciones no tienen otra función que la de acabar con la ya escasa tranquilidad del ciudadano promedio y deteriorar aún más las relaciones interpersonales que estos sostienen con dificultad. Me refiero a estos elementos salidos del averno que sin pesar demasiado encorvan espaldas, enrojecen pulgares y agachan cabezas con un poderío superior a cualquier regaño materno o  epifanía religiosa. Estos indeseables huéspedes que sin pedirle permiso a nadie se han quedado en nuestras casas como el tío desempleado que quisieras pero no puedes echar, en nuestras oficinas como el familiar incompetente/mozuela cabeza-hueca del jefe que resulta odiado/a pero intocable  y en nuestros sitios de recreo como el borracho buscapleitos y coquetón que termina por  ser hijo del dueño del bar , constituyen la fuente mas reciente e intensa de mis rabietas.

Con sus pitidos persistentes e intolerables, estas bestiecillas electrónicas ostentan la capacidad de interrumpir con igual efectividad e impunidad el momento más emotivo de cualquier película, la orientación más importante de una clase o el más poderoso de los orgasmos por llegar. Convierten a un individuo otrora sociable y bonachón en un autómata autista incapaz de sostener una conversación decente por más de dos minutos seguidos, exponiendo a quien lo contempla a una serie de expresiones faciales, risas contenidas, reclamos a media voz y murmuraciones inciertas, dignas de cualquier paciente mental que se acurruca entre paredes acolchadas susurrando en un charco de su propia orina. Esto claro, cuando es uno quien teclea y otro quien observa tratando infructuosamente de entablar conversación. Ahora bien, cuando un grupo de individuos manipula dichos dispositivos en el mismo espacio, digamos, un almuerzo o cena informal,  resulta mucho peor, pues los sujetos generalmente intercambian escasas palabras carentes de mucha profundidad, de lo cual nadie se percata pues los lapsos de atención que entre todos se prestan son mínimos. Los presentes se ignoran entre si para dar prelación a quien se encuentra lejos y ausente de momento. Esta lógica se me antoja similar a tener un apuro intestinal y en lugar de atenderlo en la letrina reluciente e higiénica que se posee en el hogar , preferir desplazarse hasta las afueras de la ciudad para aliviarse en un potrero,  oscuro , húmedo, lleno de mosquitos y rodeado de facinerosos.

Nuestro querido Castellano, que se encuentra ya mas abusado y vapuleado que violador de menores recién ingresado a prisión, ha sufrido aún mas embates gracias a estas hemorroides de bolsillo. La avalancha de "K's" , "X k's", "hay's", "ay's", "ahí's", "haber'es" y "a ver'es ", entre otras barrabasadas idiomáticas que inició con el querido messenger ha encontrado firme asiento en el chat telefónico. Expresiones como "mándame un pin" , que humildemente considero yo tan acertadas como " hazme un please" pueblan las conversaciones virtuales del día a día. Ni que decir de mutaciones del lenguaje tan incomodas como " pineame" o "texteame" . Al parecer el "reguetón" se niega dejar títere con cabeza ( o cerebro).

Del mismo modo resulta algo desconcertante la condescendencia con la que tratan algunos de los flamantes propietarios de estas maravillas de la comunicación moderna, a quienes como yo, aún poseen la archiconocida "flecha" de vender minutos y no tienen interés  alguno en cambiar de sistema. Pareciera que una inexplicable vergüenza ajena poblara sus rostros cuando uno saca su arcaico aparato para contestar la ocasional llamada, después de la cual suelen venir comentarios orientados a la necesidad social inaplazable que representa tener uno de estos BBs  y de los múltiples beneficios que ofrecen( quién no quisiera presumir con un status como "fulanito se acaba de conectar desde CORABASTOS" o " Zutanito estuvo en LA PISCINA hace dos horas" ???). A veces creo que las compañías de telecomunicaciones le están ganando en número de cerebros lavados a los cultos religiosos de garaje, logrando sin mucho esfuerzo, que otros evangelicen por ellos, sin cobrar un peso.

En resumen, a veces pareciera que la vida moderna hubiese creado una necesidad constante de tener a todo el mundo disponible todo el tiempo para comentarle cosas tan trascendentales como la frecuencia y presión de nuestra micción o la posición que asumimos al sentarnos en el baño para evitar que el característico "splash" de la descarga resulte demasiado sonoro, mientras desestimamos sin sentimiento de culpa alguno la presencia de nuestro interlocutor más próximo.

De manera pues querido lector, que si posee usted uno de estos inventos de Belcebú y en algún punto desea entablar una charla corta pero sustanciosa conmigo, le agradezco infinitamente apague o de alguna manera inhabilite su aparato, la recompensa puede ser una ocasional conversación sin pretensiones …y el castigo que se me ocurra verificar que tan resistentes resultan estas maquinitas al ser lanzadas a varios kilómetros por hora contra el muro más cercano, para después ser rociados con abundantes líquidos corporales de aroma amoniacal.

De mi parte, me quedaré con mi prehistórico  modelo, que no interviene con mis lapsos de atención ni mi habilidad verbal, en el que mi jefe no me puede encontrar a las 2 de la mañana de un domingo, a través del cual es imposible saber si leí o no un correo electrónico laboral, por el cual no me tengo que endeudar mas allá de la ocasional recarga, que no me hace blanco del hampa, que no interrumpe mis faenas sexuales ( y que incluso las ha potenciado ;) ), que no se desintegra en pedazos luego de una pequeña caída, que tiene una batería que dura  mucho mas que varias de las de algunos dispositivos modernos, que en caso de perderse tras una juerga etílica no me generaría un dolor de cabeza financiero descomunal y que encima de todo, tiene linterna. Muchos se burlan señalando que es a blanco y negro, pero hey…el día en que mi oído desarrolle sensibilidad cromática, tal vez entonces piense en comprar un celular a color.

Muchas gracias,

DIEGO CÁRDENAS