Por Diego Cárdenas
Detalle del óleo Papilla Estelar (1958) de Remedios Varo,
usado como portada del poemario
A lo largo de
sus diez ediciones, el premio Juan Lozano y Lozano de la Convocatoria Municipal
de Estímulos de Ibagué, ha reconocido y difundido las propuestas estéticas de
diferentes poetas que con su producción escritural le han apostado a la
sensibilidad de un género que no siempre encuentra lectores dispuestos en estos
tiempos. Con aciertos y yerros, el certamen ha sido no obstante una ventana que
permite visibilizar una muestra del paisaje poético de la región desde la
institucionalidad. En esta ocasión, esta ventana nos ha permitido la
contemplación de una obra que está a su vez llena de ventanas: Los Marcos de Varo de Omar Alejandro
González Villamarín.
Un poeta de altura
Omar González (Bogotá,
enero 15 de 1984) ha hecho de Ibagué su residencia desde 2003 y a partir de
entonces no ha parado de trasegar por las letras de la región. Estudió
Licenciatura en Lengua Castellana en la Universidad del Tolima y es Maestrante
en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, con una tesis sobre las
luchas estudiantiles que, probablemente por su naturaleza cercana al anarquismo,
ha desafiado coherentemente los calendarios académicos. Es director del Taller
de Literatura y Escritura Creativa del Centro Cultural de la Universidad del
Tolima en el que semanalmente confluyen voces ansiosas de dar forma a la palabra.
También se desempeña como profesor catedrático de la Universidad del Tolima y
del IDEAD.
Entre sus logros
editoriales se cuentan la dirección de la revista Palabra Realizada y la publicación de los libros Música de Parcas (2013), Sorbos de Bilis (2015) y Signo Roto (2018). Le anteceden al
presente reconocimiento, los primeros puestos en el concurso de poesía Ibagué
en Flor del año 2013 y en el Concurso Departamental de Cuento Universitario en
2007.
Gusta de las
flautas, las plantas y ha sido catalogado como un Master Cicerone
aficionado pero tenaz.
Acerca de Remedios Varo
Captura de Remedios Varo mientras
pinta su obra La Despedida (1958)
En Los Marcos de Varo, González utiliza la
intertextualidad entre las obras de la pintora española Remedios Varo y su
propia voz poética para transmitirle al lector imágenes de diversa naturaleza,
aspecto en el que ahondaremos más abajo. Vale la pena entonces conocer un poco
sobre esta artista.
María de los
Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga (España, 1908-México, 1963), mejor
conocida como Remedios Varo, se formó en Escuela de Artes y Oficios y en la Academia
de Arte de Madrid, no obstante, es a menudo identificada como artista mexicana
por ser estas las latitudes donde se dio a conocer. Estuvo en su juventud
altamente influenciada por El Greco, El Bosco y Goya, lo que se nota en los
paisajes y personajes oníricos que a menudo pueblan sus cuadros llenos de
perspectivas cónicas. Su obra se ubica frecuentemente en una suerte de entorno
neo-medieval, donde la división entre hombre, animal y objeto, es borrosa. Su
padre, ingeniero hidráulico y quien durante su niñez le ayudó a pulir sus
dibujos, puede ser en parte responsable de la alta propensión de engranajes,
poleas, tuberías y otros accesorios retro futuristas que se fusionan con la
carne en algunos de sus trabajos. Esta faceta experimental la pudo explorar en
dibujos publicitarios que hizo para la compañía farmacéutica Bayer y en su
trabajo como ilustradora para el Instituto de Malariología de Venezuela, de donde
seguramente bebió inspiración para las criaturas insectoides que ocasionalmente
reproduce en sus pinturas.
Tristemente,
Varo falleció de un infarto fulminante cuando se encontraba en la cúspide de su
éxito crítico y comercial, una muerte repentina que no le ha impedido dejar un
legado imborrable en los anales de la historia del arte.
Dolor Reumático. Encargo realizado
para Bayer (1948)
La edición
La reproducción
del libro estuvo a cargo de Ediciones Exilio, liderada por el poeta, traductor
y editor Hernán Vargascarreño, una editorial que se ha posicionado por su
profusa producción especializada en poesía y cuento, la curaduría de sus obras
y la preocupación constante por dar a conocer autores nuevos y antiguos,
emprendiendo incluso labores de mecenazgo ocasional para tales propósitos. Este
respaldo le otorga sin duda al poemario una compañía notable, maximizando sus
posibilidades de circulación.
La edición del volumen de 12x19 es sencilla, en pasta blanda y distribuida en 52 páginas de
papel cream de 60 gramos, con solapa en portada y contraportada. Cada poema
ocupa un máximo de una página (aspecto que trataré en el análisis general) y
posee páginas de separación individuales que introducen cada sección del
“tríptico”. La introducción estuvo a cargo de Paul Riaño Segura, Magíster en
Literatura y Profesor de la Universidad del Tolima. En resumen, se trata de una
edición sobria, alejada de los señuelos de la pasta dura y el gran formato,
enfocada en la sustancia más que en la presentación.
La portada del poemario
Análisis general
Como ya se ha
dicho, el poeta se inspiró en parte de la obra de Varo para recrear escenarios,
emociones, posturas e ideas. No obstante, pese que en varios de los poemas
presentados se hace un ejercicio de descripción literal de lo que pasa en la
pintura referida (Bocetos: poemas
VII, IX y 10, Miradas: poemas I, V,
VII), el cuadro parece ser nada más que una excusa, un vehículo en el que las
intenciones de la voz poética viajan para acercarse al lector. No es entonces,
en mi opinión, intención de González ofrecer la interpretación definitiva de la
pintura y desentrañar sus misterios sino, más bien, colgarse de ella, pendular
de sus marcos para contar su propia historia. Un acierto a todas luces si
consideramos lo inagotable de la exégesis de Varo.
En este sentido,
hay diversos artificios que referencian a la técnica pictórica. En primer
lugar, el mismo título reafirma lo dicho arriba. Se trata de los Marcos de Varo. No sus lienzos. No sus
obras. Ni siquiera sus colores. Un marco no es más que una ventana que sirve
como punto de referencia a un observador y de alguna manera, influye en la
percepción de lo que este mira:
Desde cualquier ventana
el universo es cuadrado
Una percepción susceptible de mutar, de revaluarse completamente, si
cambiamos el lente que es ese marco:
Toda ventana es promesa
que se hará pedazos
por el ritual de la mirada
Enseguida está
la forma escogida para el poemario: un tríptico. Estas tres tablillas se
encuentran separadas temáticamente, con un énfasis y preocupaciones específicas
en cada una, pero finalmente articuladas, todas partes de una sola visión
integrada. Una perspectiva de paralaje. Dentro de cada sección, encontramos
poemas invariablemente contenidos en una sola página. Esto, desde mi óptica, es
deliberado. El autor parece tratar de emular la forma de un cuadro. Cada página
es un marco y el poema es la obra. Un salto de página, una estrofa inconclusa o
cortada, cortaría a su vez el efecto, por lo que se ha medido cuidadosamente
cada lienzo y su contenido.
En este orden de
ideas, todo poema que se ha inspirado directamente en una pintura de Varo,
carece de título y tiene por toda identificación un número romano. Pero esto es
una treta, mi intuición es que el poema tiene un título homónimo al de la pintura
y a través de la poesía se busca resignificar su versión original, a veces
inclinando un poco aquí y allá el marco, en ocasiones destrozando por completo
la ventana. Una teoría audaz, que pudiera ser tal vez respaldada por el hecho
que todo aquel poema que no tiene un referente pictórico explícito, todo aquel
que es creación completamente original, sí
posee un título: solo los hijos propios merecen nombre.
Este tríptico
está dividido en segmentos con ideas más o menos recurrentes que se permean entre
sí. El primero de ellos, Bocetos,
lidia principalmente con tres motivos. El tiempo, implacable, que derroca
imperios y sostiene el aliento mientras aguarda el momento exacto de cumplir
con su paso las profecías de los videntes. La música, que es tiempo y ritmo y
silencio y que aquí se usa como augurio apocalíptico, como estandarte de
rebeldía y sinónimo de azar. La luz, como reflejo de sabiduría humana y divina,
inevitable compañera de la oscuridad.
En Ventanas como lo he referido, ningún
poema menciona explícitamente su origen en una pintura de Varo. La cita que
introduce este capítulo presenta al tiempo como castigo y prisión inescapable.
El tema predominante aquí es la mirada, la visión. Las ventanas como ojos del
alma y de la casa, y su opuesto en la ceguera y otras formas de negrura. Se
alude también al viaje interno, la introspección como manera de conocerse y
brindarse más honesto a otros, aunque no más puro. La pugna constante entre
acumular y dejar ir.
Finalmente, con Miradas, González se concentra en el
oficio escritural. La creación toma forma de hilos que con complejos entramados
tejen realidades diversas. Aquí se presenta al poeta como entretenedor de un
público desencantado, se nos muestra el presente y el pasado hilados en una
sola tela espejada, que proyecta la misma imagen invertida. Este segmento
cierra con una invitación subrepticia a crear, a pensar nuevos mundos. A ser un
“pequeño dios”.
En detalle
A continuación,
relaciono algunos apuntes caóticos por poema. En ciertos momentos he incluido imágenes
o acercamientos de la pintura a la que se refiere el poema por considerarlos de
ayuda para su ilustración. En otros, he visto pertinente citar fragmentos o
incluso el texto completo. En todo caso, invito al lector a que en su momento
se aproxime a la obra desprevenidamente. Esta reseña no es más que una de
muchas ventanas posibles.
Bocetos
I
Un poema
introductorio al ejercicio de mirar. Me habla de la efímera salvación que
ofrece la poesía o tal vez una mujer – si acaso hay diferencia-. Del ejercicio
agónico de escribir y su recompensa. El precio de acudir a la musa.
II
Retrato del Barón Ángelo Milfastos
de Niño. 1952
Muerte. Ojos en
la pintura que se miran con el pintor. El reflejo como la metáfora de la mirada
permanente. La moneda que se debe forjar a fuerza de sacrificio para pagar al
barquero.
Como dato
curioso, esta pintura fue un regalo de Varo a su amigo Juan Soriano, también
pintor. Al reverso del dibujo, remedios escribió una particular dedicatoria:
III
El tiempo imperdonable.
Los siete montes que aluden a Roma, en su poder como imperio secular pero
también como asentamiento del poder divino. Una posición privilegiada que no ha
impedido que el tiempo le cause menos estragos que a la gris Palestina. Siete
relojes que son papas en armonía con el número sagrado, agrupación de la
trinidad divina y el cuarto terrenal.
IV
De nuevo el
reloj que corre sin pausa y aguarda para hacer cumplir los vaticinios de los
hombres.
V
Detalles de Ermitaño (1955)
Sabiduría que se
malgasta en la espesura. el Ying-yang. Estrella mística que contiene a la vez
la cara de Dios, las virtudes terrenales y el rostro del diablo. No es casual,
quizás, que se trate del quinto poema.
VI
¿Una alusión al
poema inmediatamente anterior? ¿otra luz perdida en el bosque? ¿un iluminado
que ignora su propia ascensión?
VII
El flautista (1955)
Multitud de
alegorías bíblicas. La primera de dos alusiones a la escalera de Jacob, la
visión que el pícaro patriarca tuvo de una escala que se extendía hasta el
cielo y desde donde le hablaba la voz de Dios. Un guiño a la compra de la
primogenitura de Jacob a Esaú por un plato de lentejas.
El destello de
los aceros bien puede referirse a la batalla que tuvo hasta el alba Jacob con
un ángel disfrazado de hombre que tras su “derrota” lo rebautizó Israel
(Génesis 32:22-30). “Las alas rotas” del ángel son cenizas de ciudades porque
esta victoria decisiva de Jacob/Israel engendraría el germen de los territorios
santos que tanto fuego han conocido hasta hoy.
La música como
elemento creador y destructor. Las murallas de Jericó. Las trompetas del
juicio. Sodoma y Gomorra. En definitiva, uno de mis poemas favoritos por el
enorme subtexto que alcanza en unas pocas líneas.
VIII
Otra vez la
música y el tiempo. Rebeldía. El tiempo que pedalea en un movimiento circular. El
tiempo es música y es una ruleta de oscilaciones y posibilidades. Cualquier
cosa puede pasar, los tiempos de la música son azar. Somos la apuesta ebria de
los dioses.
IX
Una oda a un antiguo
Imperio. El gato como asociación a las divinidades egipcias, imbuido de sol. Se
ha aludido a la luz antes como representación de un poder superior, ¿será tal
vez la acción de coser el gato a las cortinas para que no penetre la luz, un
intento de secularización de esa teología? ¿un intento de encontrar un punto
medio entre ciencia y fe? Jeroglíficos.
X
¿Seremos leños
en esa hoguera que aviva la contemplación de una mirada superior? El poder ha
creado privaciones para que su adoración se justifique.
Ventanas
Pacto
Negociación. No
esperes nada. “Abandona toda esperanza” como adentrándote en el infierno. Incertidumbre.
Oscuridad. El ojo como portal.
Hogar
El solipsismo.
No dejar escapar la sustancia interna. El ojo como prisión y refugio.
Orfandad
Ceguera. Una
nueva mención de la escala de Jacob. El peligro inminente. La transmutación
como potencial para ser más que humano. Se me antoja que hay alguna alusión al
poema IV de Bocetos, donde también se
menciona el don de los escribas que registran hechos del pasado.
Geometría del mito
La importancia
de la perspectiva y como esta puede cambiar diametralmente. Un poema que
encarna la esencia del título de este libro.
Adioses
La mirada,
albergar y cosechar adentro. Dejar ir la mirada.
Añoranza
Muchos ojos brillantes,
pero sin vida o razón. Andar en la oscuridad por una promesa de luz.
Ese otro
Un gato o un
hijo. Acaso los dos.
Superstición
Los ojos como
delatores fingidos de lo que pasa dentro del alma.
Fiesta
La habitación,
las juergas, los amantes. Lo que susurran los pasillos y las paredes a quien
penetra la intimidad. Los restos humeantes de la hoguera.
Suicida
¿La evidencia
del fracaso está en las bases? ¿Cómo saber si fallamos? La ignorancia ingenua
del creador.
Miradas
I
El oficio de la
escritura. El autor pone un poco de sí mismo en cada creación. Eventualmente se
agotará y así dejará de ser o será solo en sus letras.
II
Un único espectador sonriente y sin
guantes reconoce el talento del esforzado juglar (es eso o su satisfacción
depende enteramente de sí mismo). Nótese nuevamente la aparición de una
estrella y su luz, esta vez en la cara del malabarista. Detalle de El Malabarista (1956)
El poeta como saltimbanqui
que se esfuerza por entretener a una audiencia inconmovible. Sólo uno entre
muchos se conecta con su obra. La luz como insinuación de la mirada. Un poema
con una imagen clarísima de lo que supone escribir en general y poesía en
particular.
III
Se anuncia el
nacimiento de la melodía que como ya se ha señalado, es nacimiento y muerte. Un
hilador de bemoles con máscara de poeta.
IV
Nos pueden arrastrar
a la cárcel de la pobreza y obligarnos a traficar con los hilos más baratos, pero
ni en la miseria se negocian los bienes más preciados, los secretos más oscuros
y las crónicas de lo esencial. En eso nos va la vida.
V
Una de las
descripciones más literales del libro que no obstante logra transmitir
significaciones más abstractas. El desamor, el adulterio literal o figurativo y
la dualidad de una deidad cobarde que observa, pero no actúa.
VI
Desesperanza.
Estancamiento. La auto-contemplación como amarga fuente de la que bebe la
inspiración.
VII
La movilización
de lo estático en pos de la iluminación. El encuentro de dos opuestos. La
pintora y el poeta garantizan el encuentro y castigan al intruso.
VIII
Mujer saliendo del psicoanalista
(1960)
Despojarse de la
careta. Abandonar el pasado. Asesinar al padre en actitud freudiana. Repartir las
sobras entre los pordioseros. No obstante, disponerse a que nos pase lo mismo llegada
la vejez. Tiempo circular.
IX
El artista es ya
un reflejo de su creación. No se puede saber dónde comienza uno y termina el
otro. Se ha deshumanizado o acaso la obra es ahora más humana.
X
La chica que mira suplicante al espectador. Detalle de Hacia la Torre (1960)
Un magnífico rompimiento
de la cuarta pared. Solo el autor puede rescatarla. Trazar mundos nuevos para
ella. Hacerle escapar su destino. Sólo en la poesía está la salvación.
***
Trazos finales
En Los Marcos de Varo (tríptico), González
propone una exploración sectorizada de temas concretos, pero no teme en ningún
momento desviar sus aproximaciones para evitar la redundancia. La manera en que
está configurado el texto, permite una lectura ágil, una mirada global y ofrece
una soterrada invitación a la re-lectura. Las múltiples capas de sentido y apreciaciones
intertextuales potencializan varios de sus poemas como auténticos casos de
estudio. También se puede destacar lo provechoso del ejercicio de la lectura
simultánea de los poemas y las pinturas (que fácilmente pueden ser encontradas
en la internet para un trabajo comparativo). Caracterizado por un estilo a
veces críptico, estos referentes pueden permitir un acercamiento más amigable
con un público más amplio.
Con sus tintes
de esperanza mezclados en un brebaje de tono predominantemente oscuro, este poemario
deja sin duda un regusto a remedio: amargo pero saludable.
Referencias
Kaplan, Janet. Viajes inesperados: el arte y la vida de Remedios Varo. Ediciones
Era. 2007
Varios. Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo. Editorial
Atalanta. 2015
¹Diego, Gracias por Compartir tan excelente Contemplación que ha hecho del Libro LOS MARCOS DE VARO del Poeta y escritor Omar González
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