miércoles, 30 de enero de 2019

Remedios Poéticos: Una reseña de Los Marcos de Varo (Tríptico) de Omar González


Por Diego Cárdenas

Detalle del óleo Papilla Estelar (1958) de Remedios Varo, usado como portada del poemario

A lo largo de sus diez ediciones, el premio Juan Lozano y Lozano de la Convocatoria Municipal de Estímulos de Ibagué, ha reconocido y difundido las propuestas estéticas de diferentes poetas que con su producción escritural le han apostado a la sensibilidad de un género que no siempre encuentra lectores dispuestos en estos tiempos. Con aciertos y yerros, el certamen ha sido no obstante una ventana que permite visibilizar una muestra del paisaje poético de la región desde la institucionalidad. En esta ocasión, esta ventana nos ha permitido la contemplación de una obra que está a su vez llena de ventanas: Los Marcos de Varo de Omar Alejandro González Villamarín.


Un poeta de altura

Omar González (Bogotá, enero 15 de 1984) ha hecho de Ibagué su residencia desde 2003 y a partir de entonces no ha parado de trasegar por las letras de la región. Estudió Licenciatura en Lengua Castellana en la Universidad del Tolima y es Maestrante en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, con una tesis sobre las luchas estudiantiles que, probablemente por su naturaleza cercana al anarquismo, ha desafiado coherentemente los calendarios académicos. Es director del Taller de Literatura y Escritura Creativa del Centro Cultural de la Universidad del Tolima en el que semanalmente confluyen voces ansiosas de dar forma a la palabra. También se desempeña como profesor catedrático de la Universidad del Tolima y del IDEAD.

Entre sus logros editoriales se cuentan la dirección de la revista Palabra Realizada y la publicación de los libros Música de Parcas (2013), Sorbos de Bilis (2015) y Signo Roto (2018). Le anteceden al presente reconocimiento, los primeros puestos en el concurso de poesía Ibagué en Flor del año 2013 y en el Concurso Departamental de Cuento Universitario en 2007.

Gusta de las flautas, las plantas y ha sido catalogado como un Master Cicerone aficionado pero tenaz.

  
Acerca de Remedios Varo


Captura de Remedios Varo mientras pinta su obra La Despedida (1958)

En Los Marcos de Varo, González utiliza la intertextualidad entre las obras de la pintora española Remedios Varo y su propia voz poética para transmitirle al lector imágenes de diversa naturaleza, aspecto en el que ahondaremos más abajo. Vale la pena entonces conocer un poco sobre esta artista.

María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga (España, 1908-México, 1963), mejor conocida como Remedios Varo, se formó en Escuela de Artes y Oficios y en la Academia de Arte de Madrid, no obstante, es a menudo identificada como artista mexicana por ser estas las latitudes donde se dio a conocer. Estuvo en su juventud altamente influenciada por El Greco, El Bosco y Goya, lo que se nota en los paisajes y personajes oníricos que a menudo pueblan sus cuadros llenos de perspectivas cónicas. Su obra se ubica frecuentemente en una suerte de entorno neo-medieval, donde la división entre hombre, animal y objeto, es borrosa. Su padre, ingeniero hidráulico y quien durante su niñez le ayudó a pulir sus dibujos, puede ser en parte responsable de la alta propensión de engranajes, poleas, tuberías y otros accesorios retro futuristas que se fusionan con la carne en algunos de sus trabajos. Esta faceta experimental la pudo explorar en dibujos publicitarios que hizo para la compañía farmacéutica Bayer y en su trabajo como ilustradora para el Instituto de Malariología de Venezuela, de donde seguramente bebió inspiración para las criaturas insectoides que ocasionalmente reproduce en sus pinturas.

Tristemente, Varo falleció de un infarto fulminante cuando se encontraba en la cúspide de su éxito crítico y comercial, una muerte repentina que no le ha impedido dejar un legado imborrable en los anales de la historia del arte.


Dolor Reumático. Encargo realizado para Bayer (1948)
La edición

La reproducción del libro estuvo a cargo de Ediciones Exilio, liderada por el poeta, traductor y editor Hernán Vargascarreño, una editorial que se ha posicionado por su profusa producción especializada en poesía y cuento, la curaduría de sus obras y la preocupación constante por dar a conocer autores nuevos y antiguos, emprendiendo incluso labores de mecenazgo ocasional para tales propósitos. Este respaldo le otorga sin duda al poemario una compañía notable, maximizando sus posibilidades de circulación.

La edición del volumen de 12x19 es sencilla, en pasta blanda y distribuida en 52 páginas de papel cream de 60 gramos, con solapa en portada y contraportada. Cada poema ocupa un máximo de una página (aspecto que trataré en el análisis general) y posee páginas de separación individuales que introducen cada sección del “tríptico”. La introducción estuvo a cargo de Paul Riaño Segura, Magíster en Literatura y Profesor de la Universidad del Tolima. En resumen, se trata de una edición sobria, alejada de los señuelos de la pasta dura y el gran formato, enfocada en la sustancia más que en la presentación.


La portada del poemario

Análisis general

Como ya se ha dicho, el poeta se inspiró en parte de la obra de Varo para recrear escenarios, emociones, posturas e ideas. No obstante, pese que en varios de los poemas presentados se hace un ejercicio de descripción literal de lo que pasa en la pintura referida (Bocetos: poemas VII, IX y 10, Miradas: poemas I, V, VII), el cuadro parece ser nada más que una excusa, un vehículo en el que las intenciones de la voz poética viajan para acercarse al lector. No es entonces, en mi opinión, intención de González ofrecer la interpretación definitiva de la pintura y desentrañar sus misterios sino, más bien, colgarse de ella, pendular de sus marcos para contar su propia historia. Un acierto a todas luces si consideramos lo inagotable de la exégesis de Varo.  

En este sentido, hay diversos artificios que referencian a la técnica pictórica. En primer lugar, el mismo título reafirma lo dicho arriba. Se trata de los Marcos de Varo. No sus lienzos. No sus obras. Ni siquiera sus colores. Un marco no es más que una ventana que sirve como punto de referencia a un observador y de alguna manera, influye en la percepción de lo que este mira:

Desde cualquier ventana
el universo es    cuadrado

Una percepción susceptible de mutar, de revaluarse completamente, si cambiamos el lente que es ese marco:

Toda ventana es promesa
que se hará pedazos
por el ritual de la mirada

Enseguida está la forma escogida para el poemario: un tríptico. Estas tres tablillas se encuentran separadas temáticamente, con un énfasis y preocupaciones específicas en cada una, pero finalmente articuladas, todas partes de una sola visión integrada. Una perspectiva de paralaje. Dentro de cada sección, encontramos poemas invariablemente contenidos en una sola página. Esto, desde mi óptica, es deliberado. El autor parece tratar de emular la forma de un cuadro. Cada página es un marco y el poema es la obra. Un salto de página, una estrofa inconclusa o cortada, cortaría a su vez el efecto, por lo que se ha medido cuidadosamente cada lienzo y su contenido.

En este orden de ideas, todo poema que se ha inspirado directamente en una pintura de Varo, carece de título y tiene por toda identificación un número romano. Pero esto es una treta, mi intuición es que el poema tiene un título homónimo al de la pintura y a través de la poesía se busca resignificar su versión original, a veces inclinando un poco aquí y allá el marco, en ocasiones destrozando por completo la ventana. Una teoría audaz, que pudiera ser tal vez respaldada por el hecho que todo aquel poema que no tiene un referente pictórico explícito, todo aquel que es creación completamente original, posee un título: solo los hijos propios merecen nombre.

Este tríptico está dividido en segmentos con ideas más o menos recurrentes que se permean entre sí. El primero de ellos, Bocetos, lidia principalmente con tres motivos. El tiempo, implacable, que derroca imperios y sostiene el aliento mientras aguarda el momento exacto de cumplir con su paso las profecías de los videntes. La música, que es tiempo y ritmo y silencio y que aquí se usa como augurio apocalíptico, como estandarte de rebeldía y sinónimo de azar. La luz, como reflejo de sabiduría humana y divina, inevitable compañera de la oscuridad.

En Ventanas como lo he referido, ningún poema menciona explícitamente su origen en una pintura de Varo. La cita que introduce este capítulo presenta al tiempo como castigo y prisión inescapable. El tema predominante aquí es la mirada, la visión. Las ventanas como ojos del alma y de la casa, y su opuesto en la ceguera y otras formas de negrura. Se alude también al viaje interno, la introspección como manera de conocerse y brindarse más honesto a otros, aunque no más puro. La pugna constante entre acumular y dejar ir.

Finalmente, con Miradas, González se concentra en el oficio escritural. La creación toma forma de hilos que con complejos entramados tejen realidades diversas. Aquí se presenta al poeta como entretenedor de un público desencantado, se nos muestra el presente y el pasado hilados en una sola tela espejada, que proyecta la misma imagen invertida. Este segmento cierra con una invitación subrepticia a crear, a pensar nuevos mundos. A ser un “pequeño dios”.

En detalle

A continuación, relaciono algunos apuntes caóticos por poema. En ciertos momentos he incluido imágenes o acercamientos de la pintura a la que se refiere el poema por considerarlos de ayuda para su ilustración. En otros, he visto pertinente citar fragmentos o incluso el texto completo. En todo caso, invito al lector a que en su momento se aproxime a la obra desprevenidamente. Esta reseña no es más que una de muchas ventanas posibles.

Bocetos

I

Un poema introductorio al ejercicio de mirar. Me habla de la efímera salvación que ofrece la poesía o tal vez una mujer – si acaso hay diferencia-. Del ejercicio agónico de escribir y su recompensa. El precio de acudir a la musa.

II


Retrato del Barón Ángelo Milfastos de Niño. 1952

Muerte. Ojos en la pintura que se miran con el pintor. El reflejo como la metáfora de la mirada permanente. La moneda que se debe forjar a fuerza de sacrificio para pagar al barquero.

Como dato curioso, esta pintura fue un regalo de Varo a su amigo Juan Soriano, también pintor. Al reverso del dibujo, remedios escribió una particular dedicatoria:

III

El tiempo imperdonable. Los siete montes que aluden a Roma, en su poder como imperio secular pero también como asentamiento del poder divino. Una posición privilegiada que no ha impedido que el tiempo le cause menos estragos que a la gris Palestina. Siete relojes que son papas en armonía con el número sagrado, agrupación de la trinidad divina y el cuarto terrenal.

IV

De nuevo el reloj que corre sin pausa y aguarda para hacer cumplir los vaticinios de los hombres.

V


Detalles de Ermitaño (1955)

Sabiduría que se malgasta en la espesura. el Ying-yang. Estrella mística que contiene a la vez la cara de Dios, las virtudes terrenales y el rostro del diablo. No es casual, quizás, que se trate del quinto poema.

VI

¿Una alusión al poema inmediatamente anterior? ¿otra luz perdida en el bosque? ¿un iluminado que ignora su propia ascensión?

VII


El flautista (1955)

Multitud de alegorías bíblicas. La primera de dos alusiones a la escalera de Jacob, la visión que el pícaro patriarca tuvo de una escala que se extendía hasta el cielo y desde donde le hablaba la voz de Dios. Un guiño a la compra de la primogenitura de Jacob a Esaú por un plato de lentejas.

El destello de los aceros bien puede referirse a la batalla que tuvo hasta el alba Jacob con un ángel disfrazado de hombre que tras su “derrota” lo rebautizó Israel (Génesis 32:22-30). “Las alas rotas” del ángel son cenizas de ciudades porque esta victoria decisiva de Jacob/Israel engendraría el germen de los territorios santos que tanto fuego han conocido hasta hoy.

La música como elemento creador y destructor. Las murallas de Jericó. Las trompetas del juicio. Sodoma y Gomorra. En definitiva, uno de mis poemas favoritos por el enorme subtexto que alcanza en unas pocas líneas.

VIII

Otra vez la música y  el tiempo. Rebeldía. El tiempo que pedalea en un movimiento circular. El tiempo es música y es una ruleta de oscilaciones y posibilidades. Cualquier cosa puede pasar, los tiempos de la música son azar. Somos la apuesta ebria de los dioses.

IX

Una oda a un antiguo Imperio. El gato como asociación a las divinidades egipcias, imbuido de sol. Se ha aludido a la luz antes como representación de un poder superior, ¿será tal vez la acción de coser el gato a las cortinas para que no penetre la luz, un intento de secularización de esa teología? ¿un intento de encontrar un punto medio entre ciencia y fe? Jeroglíficos.

X

¿Seremos leños en esa hoguera que aviva la contemplación de una mirada superior? El poder ha creado privaciones para que su adoración se justifique.


Ventanas

Pacto
Negociación. No esperes nada. “Abandona toda esperanza” como adentrándote en el infierno. Incertidumbre. Oscuridad. El ojo como portal.

Hogar
El solipsismo. No dejar escapar la sustancia interna. El ojo como prisión y refugio.  

Orfandad
Ceguera. Una nueva mención de la escala de Jacob. El peligro inminente. La transmutación como potencial para ser más que humano. Se me antoja que hay alguna alusión al poema IV de Bocetos, donde también se menciona el don de los escribas que registran hechos del pasado.

Geometría del mito
La importancia de la perspectiva y como esta puede cambiar diametralmente. Un poema que encarna la esencia del título de este libro.

Adioses
La mirada, albergar y cosechar adentro. Dejar ir la mirada.

Añoranza
Muchos ojos brillantes, pero sin vida o razón. Andar en la oscuridad por una promesa de luz.

Ese otro
Un gato o un hijo. Acaso los dos.

Superstición
Los ojos como delatores fingidos de lo que pasa dentro del alma.

Fiesta
La habitación, las juergas, los amantes. Lo que susurran los pasillos y las paredes a quien penetra la intimidad. Los restos humeantes de la hoguera.

Suicida
¿La evidencia del fracaso está en las bases? ¿Cómo saber si fallamos? La ignorancia ingenua del creador.

Miradas

I

El oficio de la escritura. El autor pone un poco de sí mismo en cada creación. Eventualmente se agotará y así dejará de ser o será solo en sus letras.     
   
II

Un único espectador sonriente y sin guantes reconoce el talento del esforzado juglar (es eso o su satisfacción depende enteramente de sí mismo). Nótese nuevamente la aparición de una estrella y su luz, esta vez en la cara del malabarista. Detalle de El Malabarista (1956)

El poeta como saltimbanqui que se esfuerza por entretener a una audiencia inconmovible. Sólo uno entre muchos se conecta con su obra. La luz como insinuación de la mirada. Un poema con una imagen clarísima de lo que supone escribir en general y poesía en particular.

III

Se anuncia el nacimiento de la melodía que como ya se ha señalado, es nacimiento y muerte. Un hilador de bemoles con máscara de poeta.

IV

Nos pueden arrastrar a la cárcel de la pobreza y obligarnos a traficar con los hilos más baratos, pero ni en la miseria se negocian los bienes más preciados, los secretos más oscuros y las crónicas de lo esencial. En eso nos va la vida.

V

Una de las descripciones más literales del libro que no obstante logra transmitir significaciones más abstractas. El desamor, el adulterio literal o figurativo y la dualidad de una deidad cobarde que observa, pero no actúa.

VI

Desesperanza. Estancamiento. La auto-contemplación como amarga fuente de la que bebe la inspiración.

VII

La movilización de lo estático en pos de la iluminación. El encuentro de dos opuestos. La pintora y el poeta garantizan el encuentro y castigan al intruso.

VIII

Mujer saliendo del psicoanalista (1960)

Despojarse de la careta. Abandonar el pasado. Asesinar al padre en actitud freudiana. Repartir las sobras entre los pordioseros. No obstante, disponerse a que nos pase lo mismo llegada la vejez. Tiempo circular.

IX

El artista es ya un reflejo de su creación. No se puede saber dónde comienza uno y termina el otro. Se ha deshumanizado o acaso la obra es ahora más humana.

X


               La chica que mira suplicante al espectador. Detalle de Hacia la Torre (1960)

Un magnífico rompimiento de la cuarta pared. Solo el autor puede rescatarla. Trazar mundos nuevos para ella. Hacerle escapar su destino. Sólo en la poesía está la salvación.

***
Trazos finales

En Los Marcos de Varo (tríptico), González propone una exploración sectorizada de temas concretos, pero no teme en ningún momento desviar sus aproximaciones para evitar la redundancia. La manera en que está configurado el texto, permite una lectura ágil, una mirada global y ofrece una soterrada invitación a la re-lectura. Las múltiples capas de sentido y apreciaciones intertextuales potencializan varios de sus poemas como auténticos casos de estudio. También se puede destacar lo provechoso del ejercicio de la lectura simultánea de los poemas y las pinturas (que fácilmente pueden ser encontradas en la internet para un trabajo comparativo). Caracterizado por un estilo a veces críptico, estos referentes pueden permitir un acercamiento más amigable con un público más amplio.

Con sus tintes de esperanza mezclados en un brebaje de tono predominantemente oscuro, este poemario deja sin duda un regusto a remedio: amargo pero saludable.

Referencias
Kaplan, Janet. Viajes inesperados: el arte y la vida de Remedios Varo. Ediciones Era. 2007
Varios. Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo. Editorial Atalanta. 2015

1 comentario:

  1. ¹Diego, Gracias por Compartir tan excelente Contemplación que ha hecho del Libro LOS MARCOS DE VARO del Poeta y escritor Omar González

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