Por Diego Cárdenas
Pecado Original: El Cuervo
(1989)
Un día vas a perderlo
todo. Nada va a prepararte para ese día. Ni la fe…ni la religión…nada. Cuando
un ser amado muera, conocerás el vacío…sabrás lo que es estar total y
completamente solo. No vas a olvidar y no vas a perdonar. Los solitarios
usualmente no hablan tan completa e íntimamente como lo hace James O’Barr en
este libro – así que, como mínimo, aprende esta lección de El Cuervo: piensa en lo que tienes que perder.
Fragmento de la
introducción de John Bergin para la edición compilatoria de El Cuervo,1995
El Cuervo de 1989 es probablemente la versión más cruda y
honesta de una historia que, como todas las buenas historias, luego tomaría
vida propia y volaría más allá del alcance de su autor original. Cruda, no porque su contenido sea el más
violento o explícito – título que bien podrían llevarse iteraciones
posteriores- sino porque sus viñetas
destilan rabia y dolor, un afán palpable por hacer catarsis y ejercer una
venganza disfrazada de justicia ante un crimen sin sentido que no conoce
motivos o justificaciones. Honesta porque no padece de las pretensiones y
“poses” que aquejarían algunas de las siguientes novelas, algo en parte
entendible por tratarse de la primera, sin el lastre de un legado que
“respetar”. Se nota en O’Barr la intención de contar una historia alegórica, con
intersecciones entre la realidad y la ficción que a veces son difíciles de
diferenciar.
El autor
James O’Barr
nació el 1 de enero de 1960 en Detroit, Michigan. Siendo un huérfano criado por
el sistema de hogares sustitutos estatales se puede inferir que muy seguramente
el sufrimiento, la soledad y el desarraigo no le fueron ajenos desde entonces.
En una
entrevista concedida el 23 de octubre del año 2000, O’Barr cuenta que nació en
un tráiler y su madre biológica lo llevó al hospital en tal estado de
alicoramiento que no pudo recordar su día exacto de nacimiento, tan solo que
este había tenido lugar en algún punto entre navidad y año nuevo, por lo que
sus documentos oficiales exhiben esta fecha aproximada.
El bebé James. Borrosa foto del
archivo personal del autor, obtenida gracias al orfanato. Agosto de 1960
James fue
adoptado aproximadamente a los 7 años, por lo que pasó un buen tiempo en
compañía de un grupo de niños de edades dispares, sin figuras paternas muy
afectivas. Ocasionalmente era sacado del orfanato por familias sustitutas
durante los fines de semana. Más allá de un interés real por los huérfanos, la
mayoría de estas familias recibía un incentivo económico por su “iniciativa”,
así que muy pronto, el niño aprendió a no causar problemas y atraer el mínimo
de atención, ocupándose en tareas silenciosas. Su incapacidad para comunicarse
de manera tradicional, encontró un escape en la ilustración.
O’Barr no tuvo
una educación artística formal. Tampoco estuvo influenciado tempranamente por
la anatomía de los personajes de los cómics, que encontraba exagerada y poco
realista. Según afirma, sus primeros intentos trataron de replicar las formas
de las estatuas y pinturas de Miguel Ángel y otros artistas renacentistas. También
la estética de las películas de género negro ejerció una impresión duradera en
él. A futuro, tomaría dos años de entrenamiento médico que le ayudaría a estar
más en contacto con la anatomía realista. La ilustración de manuales de combate
para el Ejercito, determinaría también buena parte de su impronta gráfica.
No obstante, sus
padres adoptivos, trabajadores sureños tradicionales, no veían el arte como una
ocupación rentable y aunque inicialmente permitieron que se ocupara en la
ilustración a manera de distracción, llegada su adolescencia lo presionaron
para que consiguiera un trabajo “real”, prohibiéndole dibujar en casa, por lo
que sus escasos momentos de práctica secreta tenían lugar en la biblioteca
pública o la escuela. James recuerda estos momentos de su vida como una
permanente prueba de resistencia: “(…) sentía que Dios había tenido su codo en
mi cuello toda mi vida, era como si tuviera que tratar de llegar al final del
camino y luego cosas buenas iban a pasar”
Los padres adoptivos de James.
Fotografía del archivo personal del autor
La tragedia
A sus 16 años,
la anhelada “recompensa” a su resiliencia pareció llegar en la forma de una
chica que el autor ha dado a conocer como Beverly Ann. Completamente opuesta a
su naturaleza hostil, malhumorada y sarcástica, Beverly era gentil, optimista y
sincera. Un faro guía para un ser oscuro que hasta el momento se sentía
desprovisto de afecto genuino. Su relación duró alrededor de tres años, se
comprometieron y planeaban casarse luego de graduarse. No obstante, la tragedia
golpeó nuevamente y su prometida murió tras ser arrollada por un conductor
ebrio. Un fatal segundo le arrebató sin aviso alguno la felicidad que por fin
se avizoraba en su futuro: “(…) no sé si en realidad creía en un Dios, pero si
lo hacía, me sentí realmente traicionado por él. ¿Por qué crear esta hermosa y
perfecta flor y luego sólo pisotearla? ¿Cuál era el punto de eso? ¿Qué
significaba?”
En otra
entrevista, esta vez ofrecida durante las Jornadas del Cómic de Avilés, en
2013, el autor se refiere a estos días oscuros:
Quedé destrozado.
Después de haberme criado en un orfanato, cuando creía encontrar la felicidad,
me la arrebataban sin motivo. El tipo que la atropelló salió de la cárcel a los
seis meses. Yo estaba furioso con la vida. No es que quisiera morir, pero no me
importaba. Así que me alisté y me mandaron a Berlín
James pasó los
siguientes tres años de su vida embarcado en comportamientos auto-destructivos,
hasta que hizo un alto y decidió que, si iba a sobrevivir a esta prueba,
tendría que canalizar toda su ira y frustración. El resultado de ese ejercicio
terapéutico fue El Cuervo. Eric
Draven, el protagonista del cómic, se volvió un vehículo para expresar y
amplificar su dolor, que inicialmente tenía un propósito estrictamente íntimo:
Era algo personal. Un
diario. Creí que funcionaría como una especie de catarsis, pero era hurgar más
en la herida. La gente me decía que tenía que superarlo, pero, ¿cómo puedes
superar algo así? No puedes: aprendes a vivir con ello. Y mi forma de aprender
fue El Cuervo, sin pensar que alguien
pudiera leerlo
Inspiración
Las influencias
musicales durante el proceso de creación de El
Cuervo fueron fundamentales. El autor menciona que la música y letras de las
bandas británicas Joy Division y The Cure lo acompañaron durante
maratónicas jornadas de ilustración y escritura, no sólo a manera de
distracción, sino por su carga emocional y relación estrecha con la temática
del cómic y, por tanto, con su propia experiencia. Del mismo modo, aunque
identificado emocionalmente con el personaje, O’Barr nunca se sintió demasiado
cómodo replicando su propia anatomía dentro del cómic por lo que decidió darle
a Eric rasgos distintivos del rostro de Peter Murphy, el cantante de la banda
post-punk Bauhaus. Su delgadez,
pómulos prominentes y aspecto vampírico de su juventud, quedaron inmortalizados
en la cara del vengador nocturno.
La inspiración del rostro del Eric
original: Peter Murphy de la banda Bauhaus
Para el cuerpo
por otro lado, decidió valerse de la contextura del vocalista Iggy Pop. Su
figura a la vez delgada y maciza, sus movimientos felinos y una suerte de
androginia presente en su anatomía, lo hacen estilizado: una silueta apta para
el combate y la melancolía.
Eric emula los movimientos y el
tipo corporal del cantante Iggy Pop
Iggy Pop sería
de nuevo utilizado, pero esta vez combinado con la figura de Jim Carroll,
autor, poeta y músico punk norte americano cuya vida fue recreada en el film The Basketball Diaries protagonizado por
Leonardo DiCaprio. Esta amalgama daría forma al diseño de Funboy, uno de los antagonistas del cómic, drogadicto con una
sorprendente cultura literaria. Esto lo hizo principalmente como un dudoso homenaje
a Caroll, que se movía en la escena artística, se declaraba abierto a la
exploración sexual y era adicto a la heroína y otras drogas duras, muy en la
onda el movimiento beatnik, con referentes como William Burroughs, Alan
Ginsberg o Jack Kerouac.
Funboy y la figura que lo
inspiró: el escritor y cantante norteamericano Jim Carroll
El autor afirma
que la imagen de Shelly, la prometida de Eric, es un tributo directo a su
Beverly de 17 años. El cabello, sus rasgos faciales y la claridad e inocencia
que proyecta el personaje son lo más aproximado a un calco del recuerdo que
tiene de su amante fallecida. El stress emocional al que se vio sometido al
recrear esta figura una y otra vez lo obligó a detener su trabajo a menudo, una
posible explicación de por qué los capítulos tienen apenas entre 10 y 12
páginas y del hecho que terminar la obra le haya tomado casi nueve años (entre
1981 y finales de los ochentas).
El rostro de Shelly: ¿La imagen más
clara que tenemos de la esquiva Beverly Ann?
Pero no sólo los
personajes tienen referencias en el mundo real. Las locaciones, según O’Barr,
son casi en su totalidad lugares que existen o existieron en Detroit. El
paisaje de concreto es recurrente: edificios abandonados, parcialmente
incendiados, ventanas tapiadas, callejones ciegos, barrotes, señales de
tránsito desgastadas, avisos y luces moribundas que se ahogan en la oscuridad y
la basura de una noche que parece eterna.
Locaciones en Detroit
definitivamente reminiscentes del cómic: Estación de combustible AMOCO, casa
abandonada en la víspera de navidad (fotografía de Scott Hocking), antiguo
edificio de Contaduría Pública Certificada (CPA) en Detroit, East Grand
Boulevard (fotografía de Scott Hocking)
Publicación
O’Barr trabajó
en empleos variopintos: como dependiente de un almacén de autos, en un “Body
shop”, en un hogar de adultos mayores y eventualmente empezó a ilustrar
camisetas para una tienda de cómics. El dueño del lugar, que tenía cerca de
tres sedes, decidió que quería no sólo comercializar historietas, sino también
editar y vender las suyas propias. Fue así que nació Caliber Comics. El Cuervo apareció
por primera vez en enero de 1989 gracias a Caliber
Presents una especie de boletín que reunía historias cortas de varios de
los cómics que la editorial planeaba publicar. El preludio de ocho páginas a la
novela gráfica, titulado “Inercia”,
se integraría posteriormente en ediciones compilatorias.
El autor
recuerda esta primera publicación como un producto del azar: “"Al editor
ni siquiera le gustaba la serie, no creo que la leyera o entendiera, pero eso
me dio libertad total para hacer lo que quisiera"
La
portada y parte del índice del número 1 de Caliber
Presents, primera aparición de El
Cuervo
Se planeaba
publicar una mini-serie de 5 números, sin embargo, por problemas financieros de
la editorial, esto no fue posible y fue la gente de Tundra Comics quien completó eventualmente la quinta grapa, no sin
antes ofrecer un tiraje recopilatorio de las anteriores. Rápidamente, la obra
empezó a venderse muy bien y a popularizarse no sólo en tiendas de cómics sino
en disco-tiendas, gracias a su naturaleza innegablemente musical. O’Barr pudo
dedicarse de lleno a hacer cómics, especialmente luego de la consagración de la
primera adaptación fílmica de su obra, El
Cuervo, de 1994, protagonizada por Brandon Lee. Esta exitosa producción, se
vio no obstante empañada por una nueva tragedia, de la que seguramente hablaré
en detalle en entregas posteriores.
A pesar de
cargar con la “maldición” de ser siempre reconocido por un solo producto, el
creador de El Cuervo ha ilustrado o escrito
a la fecha más 120 cómics diferentes, destacándose también en la creación de
portadas y arte promocional. Casi a sus 40 años, James O’Barr contrajo
matrimonio con su esposa Karin y tuvo una hija llamada Gabrielle. Aunque sus
apariciones en convenciones y otros eventos públicos muestran que no ha dejado
de ser un individuo retraído, solitario, tal vez aún atormentado, uno quisiera
creer que aquél día del que hablaba en labios de Eric, ha por fin llegado para
él.
“Por favor…no tengas miedo, Sherri.
Algún día todo será justo y habrá sorpresas maravillosas. Creo verdaderamente
en eso”
Uno quisiera
creer, repito. Infortunadamente, para el creador de El Cuervo, las tribulaciones no acaban.
Controversia
A partir de octubre
de 2008, un hombre llamado Eric Humphrey ha venido publicando videos y escritos
en los que acusa a James O’Barr de haberse inspirado en su nombre, apariencia y
desdicha personal para crear El Cuervo
y luego relegarlo por completo, sin darle ninguno de los créditos creativos ni
monetarios que él dice merecer.
Según aduce,
conoció a O’Barr en un bar goth-punk llamado Leland City Club, ubicado en la esquina de Cass & Bagley, en
Detroit, durante la noche del 30 de octubre de 1988. De acuerdo a su versión,
James le pidió autorización para usarlo como modelo para su cómic. Humphrey
dice haber accedido siempre que la obra estuviera dedicada a su amiga Tammie
Lynn Grimes, asesinada a los 14 años, el 11 de enero de 1982 y cuyo deceso
había causado una profunda impresión en él, al punto de querer ejercer justicia
por su propia mano, asesinando al presunto victimario de Tammie, años después.
Al verse su propósito frustrado cuando el sujeto se cambió de domicilio, Eric
asegura haberse convertido en una clase de vigilante que patrullaba las calles
en las noches, protegiendo personas y enviando criminales al hospital.
Tammie Grimes, parte de la
“verdadera” inspiración inicial de Shelly, según Eric Humphrey
Se supone que
O’Barr tomó su teléfono y aceptó que El
Cuervo fuera un trabajo colaborativo a partir de su experiencia. La mañana
siguiente, de acuerdo a Humphrey, O’Barr lo habría llamado sobre las 10:00 am,
diciéndole que había estado trabajando toda la noche en una acuarela de la
versión de El Cuervo que había basado
en su persona.
Eric afirma que
para esa época lucía casi idéntico a esa primera ilustración y que, a futuro,
O’Barr trató de dibujar al personaje con rasgos diferentes para tratar de
esconder su verdadero origen. Casualmente, todas las fotos de esa época están
perdidas pues sus padres adoptivos se divorciaron y su madrastra quemó toda
evidencia fotográfica que podría haber corroborado su similitud. También afirma
que, aunque James generalmente dice haber empezado a trabajar en El Cuervo a partir de 1981, su rastreo
de arte original de bocetos u otros borradores relacionados en sitios web como
E-bay, Amazon o tiendas de arte especializadas en cómic, no ha arrojado ningún
resultado para obras realizadas entre 1981 y el 30 de octubre de 1988. Esto, a
su juicio, es una prueba de que O’Barr no creó absolutamente nada en este
periodo y, por tanto, plagió su imagen sin cumplir con el acuerdo.
Eric Humphrey y lo que sería la
primera ilustración de El Cuervo jamás realizada ¿parecidos razonables?
Como James, Eric
también estuvo en la Marina estadounidense, por lo que para cuando volvió de
Japón, El Cuervo era ya, guardadas
las proporciones para la época, un fenómeno mediático. Humphrey asevera que
trató de comunicarse con O’Barr en muchas ocasiones pero que siempre fue ignorado.
También dice que llegó incluso a dialogar con Gary Reed de Caliber Press quien supuestamente afirmó que El Cuervo no se parecía a nada de lo que James había hecho antes o
después y que, por ello, tendría sentido que lo hubiese copiado de alguien más.
Las evidencias de esta conversación, no obstante, tampoco están disponibles.
Tras agotar las
vías de conciliación directa, Eric dice haber buscado un abogado que llevara su
caso, sin éxito. Las pruebas que tenía eran muy escasas y según su propio
testimonio, los juristas decían que una demanda bajo esas circunstancias
auguraba pocas probabilidades de éxito. Debido a esto, Humphrey continuó con lo
que él llama su trabajo de divulgación, de manera más bien informal, llegando
incluso a publicar brevemente un libro al respecto durante 2013. El libro,
titulado I Want To Be Loved The Way You
Want To Be Loved: The True Story Of Erik Da'Raven / Quiero ser amado de la manera en tú quieres ser amado: la verdadera
historia de Erik Da’Raven, estuvo disponible para compra en línea por un
tiempo limitado, no obstante, debido a desavenencias con su editor en cuanto al
contenido y la cantidad de unidades vendidas, Eric decidió retirarlo e intentar
re-escribir una versión más satisfactoria que aún sigue sin ver la luz.
Acusaciones serias
Más allá del
supuesto plagio, Eric sugiere que un crimen mayor pudiera haber sido cometido
por James O’Barr. De acuerdo a varias declaraciones a lo largo de diversos
videos publicados, Humphrey sostiene que esa misma noche en el bar, James
lloraba amargamente por la muerte de cuatro amigos cercanos de cuyo funeral
acababa de regresar. En una conversación diferente, pero en la misma ocasión,
O’Barr habría aceptado que le gustaba la velocidad y que con frecuencia
competía en carreras ilegales.
Hacia 2008, con
el ánimo de probar que su encuentro con el autor fue real, Eric rastreó los
periódicos y los obituarios y encontró cuatro decesos que en su opinión
coincidían sospechosamente con la supuesta charla que tuvo con James. Se
trataba de Michelle Lynn Brill, Michael Letn, Monica Havens y Scott Crandell,
todos con edades inferiores a 20 años y por tanto aún menores de edad ante la
ley norteamericana. Todos habían perecido violentamente en un accidente
automovilístico el 28 de octubre de 1988, dos días antes del pretendido
encuentro en Leland City Club. Se
presumía exceso de velocidad y consumo de alcohol como las causas principales
del siniestro.
Humphrey insinúa
que O’Barr pudo haber suministrado alcohol a los menores e indirectamente
ocasionado su muerte en medio de una competencia callejera. Teoriza que su
sentimiento de culpa lo llevó a bautizar a su personaje “Shelly”, como tributo
secreto a Michelle “Shelley” Lynn. Con todo, le ha sido imposible demostrar
ninguna conexión entre James y las jóvenes víctimas y mucho menos con el
accidente.
Fotografía y obituario de la
supuesta “Shelly verdadera” de James O’Barr
A pesar de no
haber interpuesto ningún recurso legal, Eric Humphrey ha persistido en sus
denuncias por un poco más de 10 años. Su aspecto físico ha cambiado
notablemente y cualquier asomo de similitud al Eric de los cómics está ahora
definitivamente perdido. Ante la multitud de casos de plagio en la escena
creativa, resulta difícil decir con certeza si es posible o no dar crédito a
los alegatos del supuesto Cuervo
original. Lo que sí se puede afirmar sin asomo de duda, es que Humphrey nunca
ha negado que las ilustraciones y el guion de El Cuervo son de completa autoría de James O’Barr. Vale la pena
preguntarse entonces ¿es suficientemente valiosa y digna de mención la
contribución de Eric Humphrey en la mitología de El Cuervo, aún en el caso hipotético de que todo lo que sostiene
sea realmente cierto?
Eric Humphrey en 2018
Referencias
Detroit Nights by Scott Hocking, 2011 [en línea]. Disponible en: http://www.scotthocking.com/detroitnights.html
James O'Barr - Creator of The Crow Part 1 of 4, 2012 [en
línea]. Disponible
en: https://www.youtube.com/watch?v=xqIcWNHFDok
James O’Barr: “El
Cuervo soy yo” de Jesús Palacios. Boletín digital C El Cultural, 2013 [en línea]. Disponible
en: http://www.scotthocking.com/detroitnights.html
The Real Erik Da'Raven from Detroit's Cass & Bagley
(Halloween vigilantly from 1982-1989), 2008 [en línea]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=eBTMKekeg9U
O’Barr,James. (1995). The Crow. Pocket
Books. New York
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