jueves, 20 de diciembre de 2018

El vuelo del Cuervo, Parte 2


Por Diego Cárdenas


Parte 2
Pecado Original: El Cuervo (1989)

Un día vas a perderlo todo. Nada va a prepararte para ese día. Ni la fe…ni la religión…nada. Cuando un ser amado muera, conocerás el vacío…sabrás lo que es estar total y completamente solo. No vas a olvidar y no vas a perdonar. Los solitarios usualmente no hablan tan completa e íntimamente como lo hace James O’Barr en este libro – así que, como mínimo, aprende esta lección de El Cuervo: piensa en lo que tienes que perder.
Fragmento de la introducción de John Bergin para la edición compilatoria de El Cuervo,1995

El Cuervo de 1989 es probablemente la versión más cruda y honesta de una historia que, como todas las buenas historias, luego tomaría vida propia y volaría más allá del alcance de su autor original.  Cruda, no porque su contenido sea el más violento o explícito – título que bien podrían llevarse iteraciones posteriores-  sino porque sus viñetas destilan rabia y dolor, un afán palpable por hacer catarsis y ejercer una venganza disfrazada de justicia ante un crimen sin sentido que no conoce motivos o justificaciones. Honesta porque no padece de las pretensiones y “poses” que aquejarían algunas de las siguientes novelas, algo en parte entendible por tratarse de la primera, sin el lastre de un legado que “respetar”. Se nota en O’Barr la intención de contar una historia alegórica, con intersecciones entre la realidad y la ficción que a veces son difíciles de diferenciar.


El autor


James O’Barr nació el 1 de enero de 1960 en Detroit, Michigan. Siendo un huérfano criado por el sistema de hogares sustitutos estatales se puede inferir que muy seguramente el sufrimiento, la soledad y el desarraigo no le fueron ajenos desde entonces.

En una entrevista concedida el 23 de octubre del año 2000, O’Barr cuenta que nació en un tráiler y su madre biológica lo llevó al hospital en tal estado de alicoramiento que no pudo recordar su día exacto de nacimiento, tan solo que este había tenido lugar en algún punto entre navidad y año nuevo, por lo que sus documentos oficiales exhiben esta fecha aproximada.
El bebé James. Borrosa foto del archivo personal del autor, obtenida gracias al orfanato. Agosto de 1960

James fue adoptado aproximadamente a los 7 años, por lo que pasó un buen tiempo en compañía de un grupo de niños de edades dispares, sin figuras paternas muy afectivas. Ocasionalmente era sacado del orfanato por familias sustitutas durante los fines de semana. Más allá de un interés real por los huérfanos, la mayoría de estas familias recibía un incentivo económico por su “iniciativa”, así que muy pronto, el niño aprendió a no causar problemas y atraer el mínimo de atención, ocupándose en tareas silenciosas. Su incapacidad para comunicarse de manera tradicional, encontró un escape en la ilustración.

O’Barr no tuvo una educación artística formal. Tampoco estuvo influenciado tempranamente por la anatomía de los personajes de los cómics, que encontraba exagerada y poco realista. Según afirma, sus primeros intentos trataron de replicar las formas de las estatuas y pinturas de Miguel Ángel y otros artistas renacentistas. También la estética de las películas de género negro ejerció una impresión duradera en él. A futuro, tomaría dos años de entrenamiento médico que le ayudaría a estar más en contacto con la anatomía realista. La ilustración de manuales de combate para el Ejercito, determinaría también buena parte de su impronta gráfica.

No obstante, sus padres adoptivos, trabajadores sureños tradicionales, no veían el arte como una ocupación rentable y aunque inicialmente permitieron que se ocupara en la ilustración a manera de distracción, llegada su adolescencia lo presionaron para que consiguiera un trabajo “real”, prohibiéndole dibujar en casa, por lo que sus escasos momentos de práctica secreta tenían lugar en la biblioteca pública o la escuela. James recuerda estos momentos de su vida como una permanente prueba de resistencia: “(…) sentía que Dios había tenido su codo en mi cuello toda mi vida, era como si tuviera que tratar de llegar al final del camino y luego cosas buenas iban a pasar”

Los padres adoptivos de James. Fotografía del archivo personal del autor

La tragedia

A sus 16 años, la anhelada “recompensa” a su resiliencia pareció llegar en la forma de una chica que el autor ha dado a conocer como Beverly Ann. Completamente opuesta a su naturaleza hostil, malhumorada y sarcástica, Beverly era gentil, optimista y sincera. Un faro guía para un ser oscuro que hasta el momento se sentía desprovisto de afecto genuino. Su relación duró alrededor de tres años, se comprometieron y planeaban casarse luego de graduarse. No obstante, la tragedia golpeó nuevamente y su prometida murió tras ser arrollada por un conductor ebrio. Un fatal segundo le arrebató sin aviso alguno la felicidad que por fin se avizoraba en su futuro: “(…) no sé si en realidad creía en un Dios, pero si lo hacía, me sentí realmente traicionado por él. ¿Por qué crear esta hermosa y perfecta flor y luego sólo pisotearla? ¿Cuál era el punto de eso? ¿Qué significaba?”

En otra entrevista, esta vez ofrecida durante las Jornadas del Cómic de Avilés, en 2013, el autor se refiere a estos días oscuros:

Quedé destrozado. Después de haberme criado en un orfanato, cuando creía encontrar la felicidad, me la arrebataban sin motivo. El tipo que la atropelló salió de la cárcel a los seis meses. Yo estaba furioso con la vida. No es que quisiera morir, pero no me importaba. Así que me alisté y me mandaron a Berlín

James pasó los siguientes tres años de su vida embarcado en comportamientos auto-destructivos, hasta que hizo un alto y decidió que, si iba a sobrevivir a esta prueba, tendría que canalizar toda su ira y frustración. El resultado de ese ejercicio terapéutico fue El Cuervo. Eric Draven, el protagonista del cómic, se volvió un vehículo para expresar y amplificar su dolor, que inicialmente tenía un propósito estrictamente íntimo:

Era algo personal. Un diario. Creí que funcionaría como una especie de catarsis, pero era hurgar más en la herida. La gente me decía que tenía que superarlo, pero, ¿cómo puedes superar algo así? No puedes: aprendes a vivir con ello. Y mi forma de aprender fue El Cuervo, sin pensar que alguien pudiera leerlo

Inspiración

Las influencias musicales durante el proceso de creación de El Cuervo fueron fundamentales. El autor menciona que la música y letras de las bandas británicas Joy Division y The Cure lo acompañaron durante maratónicas jornadas de ilustración y escritura, no sólo a manera de distracción, sino por su carga emocional y relación estrecha con la temática del cómic y, por tanto, con su propia experiencia. Del mismo modo, aunque identificado emocionalmente con el personaje, O’Barr nunca se sintió demasiado cómodo replicando su propia anatomía dentro del cómic por lo que decidió darle a Eric rasgos distintivos del rostro de Peter Murphy, el cantante de la banda post-punk Bauhaus. Su delgadez, pómulos prominentes y aspecto vampírico de su juventud, quedaron inmortalizados en la cara del vengador nocturno.


La inspiración del rostro del Eric original: Peter Murphy de la banda Bauhaus

Para el cuerpo por otro lado, decidió valerse de la contextura del vocalista Iggy Pop. Su figura a la vez delgada y maciza, sus movimientos felinos y una suerte de androginia presente en su anatomía, lo hacen estilizado: una silueta apta para el combate y la melancolía.

Eric emula los movimientos y el tipo corporal del cantante Iggy Pop

Iggy Pop sería de nuevo utilizado, pero esta vez combinado con la figura de Jim Carroll, autor, poeta y músico punk norte americano cuya vida fue recreada en el film The Basketball Diaries protagonizado por Leonardo DiCaprio. Esta amalgama daría forma al diseño de Funboy, uno de los antagonistas del cómic, drogadicto con una sorprendente cultura literaria. Esto lo hizo principalmente como un dudoso homenaje a Caroll, que se movía en la escena artística, se declaraba abierto a la exploración sexual y era adicto a la heroína y otras drogas duras, muy en la onda el movimiento beatnik, con referentes como William Burroughs, Alan Ginsberg o Jack Kerouac.

Funboy y la figura que lo inspiró: el escritor y cantante norteamericano Jim Carroll

El autor afirma que la imagen de Shelly, la prometida de Eric, es un tributo directo a su Beverly de 17 años. El cabello, sus rasgos faciales y la claridad e inocencia que proyecta el personaje son lo más aproximado a un calco del recuerdo que tiene de su amante fallecida. El stress emocional al que se vio sometido al recrear esta figura una y otra vez lo obligó a detener su trabajo a menudo, una posible explicación de por qué los capítulos tienen apenas entre 10 y 12 páginas y del hecho que terminar la obra le haya tomado casi nueve años (entre 1981 y finales de los ochentas).


El rostro de Shelly: ¿La imagen más clara que tenemos de la esquiva Beverly Ann?

Pero no sólo los personajes tienen referencias en el mundo real. Las locaciones, según O’Barr, son casi en su totalidad lugares que existen o existieron en Detroit. El paisaje de concreto es recurrente: edificios abandonados, parcialmente incendiados, ventanas tapiadas, callejones ciegos, barrotes, señales de tránsito desgastadas, avisos y luces moribundas que se ahogan en la oscuridad y la basura de una noche que parece eterna.

Locaciones en Detroit definitivamente reminiscentes del cómic: Estación de combustible AMOCO, casa abandonada en la víspera de navidad (fotografía de Scott Hocking), antiguo edificio de Contaduría Pública Certificada (CPA) en Detroit, East Grand Boulevard (fotografía de Scott Hocking)

Publicación

O’Barr trabajó en empleos variopintos: como dependiente de un almacén de autos, en un “Body shop”, en un hogar de adultos mayores y eventualmente empezó a ilustrar camisetas para una tienda de cómics. El dueño del lugar, que tenía cerca de tres sedes, decidió que quería no sólo comercializar historietas, sino también editar y vender las suyas propias. Fue así que nació Caliber Comics. El Cuervo apareció por primera vez en enero de 1989 gracias a Caliber Presents una especie de boletín que reunía historias cortas de varios de los cómics que la editorial planeaba publicar. El preludio de ocho páginas a la novela gráfica, titulado “Inercia”, se integraría posteriormente en ediciones compilatorias.

El autor recuerda esta primera publicación como un producto del azar: “"Al editor ni siquiera le gustaba la serie, no creo que la leyera o entendiera, pero eso me dio libertad total para hacer lo que quisiera"

La portada y parte del índice del número 1 de Caliber Presents, primera aparición de El Cuervo

Se planeaba publicar una mini-serie de 5 números, sin embargo, por problemas financieros de la editorial, esto no fue posible y fue la gente de Tundra Comics quien completó eventualmente la quinta grapa, no sin antes ofrecer un tiraje recopilatorio de las anteriores. Rápidamente, la obra empezó a venderse muy bien y a popularizarse no sólo en tiendas de cómics sino en disco-tiendas, gracias a su naturaleza innegablemente musical. O’Barr pudo dedicarse de lleno a hacer cómics, especialmente luego de la consagración de la primera adaptación fílmica de su obra, El Cuervo, de 1994, protagonizada por Brandon Lee. Esta exitosa producción, se vio no obstante empañada por una nueva tragedia, de la que seguramente hablaré en detalle en entregas posteriores.

A pesar de cargar con la “maldición” de ser siempre reconocido por un solo producto, el creador de El Cuervo ha ilustrado o escrito a la fecha más 120 cómics diferentes, destacándose también en la creación de portadas y arte promocional. Casi a sus 40 años, James O’Barr contrajo matrimonio con su esposa Karin y tuvo una hija llamada Gabrielle. Aunque sus apariciones en convenciones y otros eventos públicos muestran que no ha dejado de ser un individuo retraído, solitario, tal vez aún atormentado, uno quisiera creer que aquél día del que hablaba en labios de Eric, ha por fin llegado para él.


“Por favor…no tengas miedo, Sherri. Algún día todo será justo y habrá sorpresas maravillosas. Creo verdaderamente en eso”

Uno quisiera creer, repito. Infortunadamente, para el creador de El Cuervo, las tribulaciones no acaban.

Controversia

A partir de octubre de 2008, un hombre llamado Eric Humphrey ha venido publicando videos y escritos en los que acusa a James O’Barr de haberse inspirado en su nombre, apariencia y desdicha personal para crear El Cuervo y luego relegarlo por completo, sin darle ninguno de los créditos creativos ni monetarios que él dice merecer.

Según aduce, conoció a O’Barr en un bar goth-punk llamado Leland City Club, ubicado en la esquina de Cass & Bagley, en Detroit, durante la noche del 30 de octubre de 1988. De acuerdo a su versión, James le pidió autorización para usarlo como modelo para su cómic. Humphrey dice haber accedido siempre que la obra estuviera dedicada a su amiga Tammie Lynn Grimes, asesinada a los 14 años, el 11 de enero de 1982 y cuyo deceso había causado una profunda impresión en él, al punto de querer ejercer justicia por su propia mano, asesinando al presunto victimario de Tammie, años después. Al verse su propósito frustrado cuando el sujeto se cambió de domicilio, Eric asegura haberse convertido en una clase de vigilante que patrullaba las calles en las noches, protegiendo personas y enviando criminales al hospital.


Tammie Grimes, parte de la “verdadera” inspiración inicial de Shelly, según Eric Humphrey

Se supone que O’Barr tomó su teléfono y aceptó que El Cuervo fuera un trabajo colaborativo a partir de su experiencia. La mañana siguiente, de acuerdo a Humphrey, O’Barr lo habría llamado sobre las 10:00 am, diciéndole que había estado trabajando toda la noche en una acuarela de la versión de El Cuervo que había basado en su persona.

Eric afirma que para esa época lucía casi idéntico a esa primera ilustración y que, a futuro, O’Barr trató de dibujar al personaje con rasgos diferentes para tratar de esconder su verdadero origen. Casualmente, todas las fotos de esa época están perdidas pues sus padres adoptivos se divorciaron y su madrastra quemó toda evidencia fotográfica que podría haber corroborado su similitud. También afirma que, aunque James generalmente dice haber empezado a trabajar en El Cuervo a partir de 1981, su rastreo de arte original de bocetos u otros borradores relacionados en sitios web como E-bay, Amazon o tiendas de arte especializadas en cómic, no ha arrojado ningún resultado para obras realizadas entre 1981 y el 30 de octubre de 1988. Esto, a su juicio, es una prueba de que O’Barr no creó absolutamente nada en este periodo y, por tanto, plagió su imagen sin cumplir con el acuerdo.


Eric Humphrey y lo que sería la primera ilustración de El Cuervo jamás realizada ¿parecidos razonables?

Como James, Eric también estuvo en la Marina estadounidense, por lo que para cuando volvió de Japón, El Cuervo era ya, guardadas las proporciones para la época, un fenómeno mediático. Humphrey asevera que trató de comunicarse con O’Barr en muchas ocasiones pero que siempre fue ignorado. También dice que llegó incluso a dialogar con Gary Reed de Caliber Press quien supuestamente afirmó que El Cuervo no se parecía a nada de lo que James había hecho antes o después y que, por ello, tendría sentido que lo hubiese copiado de alguien más. Las evidencias de esta conversación, no obstante, tampoco están disponibles.

Tras agotar las vías de conciliación directa, Eric dice haber buscado un abogado que llevara su caso, sin éxito. Las pruebas que tenía eran muy escasas y según su propio testimonio, los juristas decían que una demanda bajo esas circunstancias auguraba pocas probabilidades de éxito. Debido a esto, Humphrey continuó con lo que él llama su trabajo de divulgación, de manera más bien informal, llegando incluso a publicar brevemente un libro al respecto durante 2013. El libro, titulado I Want To Be Loved The Way You Want To Be Loved: The True Story Of Erik Da'Raven / Quiero ser amado de la manera en tú quieres ser amado: la verdadera historia de Erik Da’Raven, estuvo disponible para compra en línea por un tiempo limitado, no obstante, debido a desavenencias con su editor en cuanto al contenido y la cantidad de unidades vendidas, Eric decidió retirarlo e intentar re-escribir una versión más satisfactoria que aún sigue sin ver la luz.

Acusaciones serias

Más allá del supuesto plagio, Eric sugiere que un crimen mayor pudiera haber sido cometido por James O’Barr. De acuerdo a varias declaraciones a lo largo de diversos videos publicados, Humphrey sostiene que esa misma noche en el bar, James lloraba amargamente por la muerte de cuatro amigos cercanos de cuyo funeral acababa de regresar. En una conversación diferente, pero en la misma ocasión, O’Barr habría aceptado que le gustaba la velocidad y que con frecuencia competía en carreras ilegales.

Hacia 2008, con el ánimo de probar que su encuentro con el autor fue real, Eric rastreó los periódicos y los obituarios y encontró cuatro decesos que en su opinión coincidían sospechosamente con la supuesta charla que tuvo con James. Se trataba de Michelle Lynn Brill, Michael Letn, Monica Havens y Scott Crandell, todos con edades inferiores a 20 años y por tanto aún menores de edad ante la ley norteamericana. Todos habían perecido violentamente en un accidente automovilístico el 28 de octubre de 1988, dos días antes del pretendido encuentro en Leland City Club. Se presumía exceso de velocidad y consumo de alcohol como las causas principales del siniestro.

Humphrey insinúa que O’Barr pudo haber suministrado alcohol a los menores e indirectamente ocasionado su muerte en medio de una competencia callejera. Teoriza que su sentimiento de culpa lo llevó a bautizar a su personaje “Shelly”, como tributo secreto a Michelle “Shelley” Lynn. Con todo, le ha sido imposible demostrar ninguna conexión entre James y las jóvenes víctimas y mucho menos con el accidente.


Fotografía y obituario de la supuesta “Shelly verdadera” de James O’Barr

A pesar de no haber interpuesto ningún recurso legal, Eric Humphrey ha persistido en sus denuncias por un poco más de 10 años. Su aspecto físico ha cambiado notablemente y cualquier asomo de similitud al Eric de los cómics está ahora definitivamente perdido. Ante la multitud de casos de plagio en la escena creativa, resulta difícil decir con certeza si es posible o no dar crédito a los alegatos del supuesto Cuervo original. Lo que sí se puede afirmar sin asomo de duda, es que Humphrey nunca ha negado que las ilustraciones y el guion de El Cuervo son de completa autoría de James O’Barr. Vale la pena preguntarse entonces ¿es suficientemente valiosa y digna de mención la contribución de Eric Humphrey en la mitología de El Cuervo, aún en el caso hipotético de que todo lo que sostiene sea realmente cierto?

Eric Humphrey en 2018

Referencias

Detroit Nights by Scott Hocking, 2011 [en línea]. Disponible en: http://www.scotthocking.com/detroitnights.html
James O'Barr - Creator of The Crow Part 1 of 4, 2012 [en línea]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=xqIcWNHFDok
James O’Barr: “El Cuervo soy yo” de Jesús Palacios. Boletín digital C El Cultural, 2013 [en línea]. Disponible en: http://www.scotthocking.com/detroitnights.html
The Real Erik Da'Raven from Detroit's Cass & Bagley (Halloween vigilantly from 1982-1989), 2008 [en línea]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=eBTMKekeg9U
O’Barr,James. (1995). The Crow. Pocket Books. New York

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