jueves, 6 de junio de 2013

FESTÍN DE RATAS

FESTÍN DE RATAS
Por Diego Cárdenas




Esta tarde me dirigía al trabajo un poco apesadumbrado pues no iba a poder asistir al evento de investigación  en enseñanza del inglés programado para el día de hoy. Precisamente me agendaron una capacitación en gestión pública toda la tarde y no iba a poder estar cuando la actividad diera comienzo. Este evento,planeado cuidadosamente por más de un año, incluía en su agenda las presentaciones de varios ponentes nacionales de las más altas calidades, los resultados de diversas e importantes indagaciones en el campo de la didáctica,pedagogía y áreas afines y la visita de un buen número de estudiantes  de otras ciudades que , comprometidos con su carrera y conscientes de su responsabilidad para con la profesión, se tomaron la molestia de sufrir largos y agotadores viajes solo para compartir con nosotros.

Prometía ser un excelente evento…pero todo cambió cuando la nación de los mamertos atacó.

La capacitación a la que asistía tuvo que ser cancelada cuando la detonación de las famosas papas –bombas se hizo demasiado persistente para continuar. Al salir del recinto en que me encontraba vi como un  enjambre de mamertos (me resisto a usar el término manada o jauría: me parece demasiado digno para denominar a estos sub humanos)empezó a aparecer como por generación espontanea frente a la oficina de registro.  Como insectos que salen bajo las piedras empezaron a congregarse y mientras lanzaban sus arengas ininteligibles, se dieron a la tarea de voltear los botes de basura regando desperdicios por todos lados. No me cabe duda que más de uno de estos personajillos estuvo ayer en la marcha carnaval por la vida y el cuidado de la naturaleza (guiño guiño).

Si algo debo reconocerles, es el compromiso con “la causa”. Todos y cada uno de ellos portaba un overol de trabajo, un pasamontañas o una camiseta alrededor de la cabeza, guantes y algunos usaban gafas oscuras.  Bajo toda esa ridícula y matachinesca indumentaria, sendos bultos que se podían adivinar claramente como morrales  deformaban su anatomía de por si contrahecha.  No meatrevo a afirmar que contenían dichos bolsos pero solo puedo presumir quese  trataba de tubérculos explosivos. Con el calor de los mil demonios que estaba haciendo esta tarde, tiene que estar uno muy comprometido con “la causa” para someterse  a la chucha crónica que debe producir dicho atavío.

Siendo egresado de universidad pública, el asunto no me pareció demasiado preocupante y simplemente me dirigí al auditorio de la música, lugar donde se supone tendría lugar el evento. Durante mi recorrido, observé como varios capuchos vaciaban más canecas de basura y las llenaban de piedras, ladrillos y demás objetos contundentes.  Del mismo modo a punta de gritos y consignas desalojaban de los salones a los pocos docentes lo suficientemente audaces como para no haberse retirado ya.

Cuando llegué al auditorio me di cuenta que la entrada principal estaba cerrada. Tuve que dar toda la vuelta para buscar la entrada alternativa que, oh sorpresa, también estaba cerrada. Tras algunos diálogos con el vigilante, logré que se me abriera la reja. Dentro estaban las organizadoras del evento, algunos estudiantes que colaboraban con el protocolo y varios asistentes. Al dialogar con las docentes me enteré que algunos de los expositores no habían podido siquiera entrar al alma mater.  Vergüenza de vergüenzas: los estudiantes que venían de lejos no habían podido ingresar al recinto y se encontraban en ese momento deambulando sin mayor rumbo, conociendo lo más selecto de las actividades y discursos de la fauna mamerta local.

¿Qué hacer con la conferencia? ¿Cancelarla? ¿Aplazarla? ¿Trasladar su locación? Nos encontrábamos discutiendo esto cuando un grupo de alepruces se acercó a la reja de la entrada. Es hasta jocoso como estos malandrines tratan de alterar su voz para evitar toda posibilidad de identificación. Esta es una técnica tan efectiva y madura como la del párvulo que le pone un pañuelo a la bocina del teléfono para hacer una pega. En este remedo de barítono uno de los canallas empezó a lanzar improperios contra el sistema,  la persecución del estado y los cómplices del imperio (Creo que no se refería a la federación de comercio de star wars sino a todos nosotros, herejes y arrodillados de los gringos que hemos optado por aprender el inglés como una segunda lengua) mientras miraba fijamente a los presentes, especialmente a una de las profesoras que se encuentra en este momento en su séptimo mesde embarazo.

Wow. Que poder. Que orgullo. Estos son los adalides de la justicia social cuyo mayor talento consiste en intimidar a mujeres embarazadas y académicos indefensos.

En medio de su discurso de tres pesos, otros encapuchados empezaron a destruir algunas de las cámaras aledañas. Luego ingresaron por la fuerza al cuarto de al lado, donde se aloja el centro de control del circuito cerrado,sacaron uno de los monitores  y tras estrellarlo violentamente contra el piso le propinaron un golpe de gracia con un  tubo. Luego de este acto heroico  el sujeto profirió un grito que creí entender como : “El sistema no tiene derecho a controlarnos y vulnerar nuestra privacidad” , pero no estoy seguro, la verdad con esa capucha y esa vocecita ridícula  me habría sido más fácil entenderle a algo a Sylvester Stallone en estado de ebriedad y con la lengua dormida.

Los vigilantes nos transmitieron la penosa noticia de que, por seguridad, era necesario evacuar. Dado que según informaciones obtenidas por comunicación celular, los gamberros ya se encontraban  causando disturbios de magnánimas proporciones en la entrada principal, nos dirigimos hacia el sector de “LaMaría” , que es la salida alternativa de la U. En el camino vimos como variosde estos  disolutos se oponían vehemente a que una larga fila de automóviles saliera  y les gritaban improperios mientras golpeaban salvajemente los capós de los mismos.

En un acto de redomada bravura, dos mamertos hurtaron el tractorcito que se utiliza normalmente para llevar documentos de una dependencia a otra o para sacar la basura,  y tras lo que pareció una eternidad ( no creo que el automotor desarrolle más de 40 Km por hora a su máxima capacidad) lo atravesaron en el paso de los vehículos.  De mi parte no he visto algo más risible y falto de clase en la vida. Atrás quedaron las icónicas imágenes del  capucho a punto de lanzarle una roca a un tanque, o de aquel avezado manifestante que se pone en el camino de uno de estos monstruos blindados, no…acá en el Tolima se monta en mini tractor (porque ni pa carrito de golf alcanza) y se le obstruye el paso a los civiles.

Pero aún faltaba la cereza del postre. Luego de un rato tres de los encapuchados se dirigieron subrepticiamente a la cafetería de la maría…bueno,tan subrepticiamente como tres atuendos brillantes y llamativos lo permitirían.Ante el ojo atónito de todos los que estábamos mirando desde el edificio opuesto ( bloque 33) , estos canallas procedieron a forzar la puerta de entrada ingresando violentamente al recinto.  Los que compramos a diario en dicha tiendita, escuchamos el timbre inequívoco que se produce cuando la caja registradora se abre. Es algo vieja y en ocasiones es menester forzarla un poco para que entregue el cambio. Sin remordimiento aparente, estas tres ratas se alejaron entre los abucheos generalizados  e insultos ganados a pulso por la repugnante acción.

Se necesita no tener madre para robar sin compasión de quienes nos sirven día tras día.

Se necesita ser un despojo subnormal  muy bajo para proclamar equidad y justicia social  y al tiempo llenarse los bolsillos con el resultado del trabajo de alguien más, alguien que a lo mejor posea su mismo o más bajo estrato social y que finalmente va a tener que responder por ese dinero.

Me quedo corto en adjetivos y metáforas para describir el asco y la lástima que me producen esta acción y sus autores.

Minutos después, los hampones cuya nueva función era cuidar la puertade atrás, hicieron llamar a la dependiente de la cafetería que corrió hacia allí con un rostro de desgarradora  esperanza. Los sujetos tuvieron la desfachatez de devolverle cuatro mil pesos.  Ante la airada reacción de los presentes,estos guiñapos adujeron que solamente tenían sed y por ende habían entrado a “tomar prestadas” un par de gaseosas.  Ante los abucheos y críticas de los espectadores, su corazón se conmovió….y entregaron otros ocho mil pesos.  No estuvo tan mal. De un producido de cerca de trescientos mil pesos  se recuperaron doce mil.

Finalmente nos retiramos de la universidad. Por imágenes que he visto en un par de medios de comunicación,  creo que estando en la U no me enteré ni de la mitad de los excesos y absurdos que cometieron estas rémoras en nombre de la libertad y la justicia social. No me malentiendan, estoy tan insatisfecho con muchas iniciativas gubernamentales como cualquiera que tenga medio dedo de frente y no cabe duda que el país requiere una transformación social profunda. Pero ante acciones tan absurdas  y flagrantemente vandálicas no puedo más que sentir repugnancia y profundo rechazo.

El evento tuvo que ser recortado, aplazado y trasladado. No imagino cuantos traumatismos similares pudo haber causado esta ignominia.

Para terminar, solo espero que disfruten el dinero que hurtaron de manera tan descarada y que luego de adquirir con el estupefacientes, boinas y camisetas del Che les alcance para comprarse una decencia, un cerebro y una madre.


Muchas gracias,

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